Se ignora la época y el modo como fueron descubiertos estos preciosos
manantiales, que de tiempo inmemorial son conocidos con la denominación de
Baños de Quinto; pero es indudable que su celebridad data de tiempos muy
remotos, pues se sabe que sus virtudes medicinales fueron conocidas de los
romanos y tenidas en mucha estima por los árabes.
Los documento s encontrados en los archivos de la villa, relativos a este
punto, tampoco ilustran nada acerca de su origen; pues se reducen sólo a
expedientes sobre recomposiciones de sus casillas, y escrituras de arriendo
de las aguas sobrantes, y gajes que hacen referencia a otras anteriores,
pudiéndose inferir únicamente que siempre han sido muy deseadas y vendidas a
precios muy subidos. Existe no obstante en mi poder la copia de un extenso y
concienzudo informe de 26 de diciembre de 1771, dado por mandato del Supremo
Consejo de Castilla al Protomedicato de Aragón por el Alcalde mayor,
Ayuntamiento, Cura párroco, Capítulo Eclesiástico y Médico titular de la
villa, en cuyo escrito se prodigan los más grandes elogios a tan
recomendables aguas, sobre todo para las enfermedades sifilíticas y
mercuriales, litiasis o mal de piedra, ictericia, obstrucciones, flujos
mucosos, oftalmias, &c; refiriéndose al propio tiempo que a principios de
aquel siglo se había aumentado tan considerablemente la concurrencia, que
fue indispensable asistiese todos los días, mientras se distribuía el agua a
los bañistas, uno de los Alcaldes o Regidores para conservar el orden; pero
que no siendo aun bastantes dicha providencia, fue menester que todos los
años se mandase de Zaragoza, durante la temporada, un piquete de soldados
para auxiliar a la justicia en caso necesario, y vigilar no se extrajera el
agua por la noche: que a fin de obviar estos inconvenientes, se hizo una
casita en 1731 para tener encerrada la fuente, construyéndose al propio
tiempo una pila abovedada para recoger mejor sus aguas y tenerlas con más
limpieza: que con motivo de no ser tampoco así suficiente el agua de aquella
fuente para todos los concurrentes, dispuso el Excmo. Sr. Capitán General
del Reino, D. Antonio Santander, que se hiciera otra casita, pila y bóveda
en la otra fuente o Baño bajo el año de 1738; y que estas circunstancias
influyeron tanto para aumentar su prestigio y concurrencia, que era preciso
distribuir el agua por turno, sin que bastase ningún día para todos los
bañistas.
Otro manuscrito obra también en mi poder, del Dr. Lay, Teniente del
Protomedicato de Aragón, en el que además de encarecer cuanto queda indicado
acerca de las virtudes medicinales de tan preciosas aguas, habla de las
diferentes análisis de las mismas, practicadas en París, Mompeller y
Zaragoza, lo que prueba la mucha celebridad de que gozaban en el siglo
pasado, no sólo en España sino también en Francia.
Por fin, en otro documento, o sea copia de la contestación que se dio al
geógrafo de S. M., D. Tomás López, por el ilustrado Rector, y no menos
erudito médico del pueblo, el año 1799, en lo relativo a sus aguas
minerales, se leen las siguientes palabras notables: "En el análisis de
estas aguas sólo se encuentran las sustancias de las canteras de cal y
creta, por donde se destilan; pero puede asegurarse se ve en ellas lo que
dice el gran filósofo, nuestro español Piquer, en el tratado cuarto de los
Elementos, página 332: refiriéndose a Hoffman, después de un examen detenido
de las aguas minerales, conoció que la principal fuerza de ellas en curar
las enfermedades, procede de una sustancia sutil, espirituosa y activa que
contienen y comunican al cuerpo humano. Esta misma sustancia, pues, que
contienen las de Quinto, no se sujeta al análisis, ni a ella alcanzan los
sentidos; pero estos mismos la echan de menos poco después de extraída el
agua de la fuente, pareciendo que ya no es la misma, y por esta razón es más
activa si se bebe al pie de ella, y sus efectos más prontos y visibles." (1)
Las noticias tradicionales corroboran todo lo dicho con respecto a la grande
reputación de que siempre han gozado estas aguas, pues refieren los ancianos
haber oído decir a sus abuelos "que antiguamente concurrían muchas gentes de
alto rango y de todas partes: que también los vecinos del pueblo solían
tomarlas por costumbre para limpiarse de los malos humores, y así que se
sentían mal corrían al baño, no conociéndose entonces pueblo más sano:
añadiéndose a esto, el relato de miles de curaciones maravillosas."
Refiérese igualmente que estuvieron unos franceses examinando algunos días
las aguas de ambas fuentes, y que al marcharse habían dicho: "que en Francia
no tenían unas aguas tan buenas, que los españoles no sabían apreciar sus
tesoros: que las pilas en donde se recogen debían ser de oro, etc." y que se
habían llevado muchas botellas llenas (2).
Entre los autores modernos se hace mérito de tan acreditadas aguas en el
Apéndice a los Elementos de Terapéutica y Materia médica del Dr. Capdevila :
en el Análisis abreviado de las Aguas medicinales más conocidas de España, o
sea Apéndice del curso de Materia médica de Foy, por el Doctor Foix y Gual :
en los Elementos de Terapéutica y Materia médica de Edwars y Vawaseur,
traducidos por los Drs. Orns y Oriol : en el Diccionario de Medicina y
Cirujía prácticas traducido del francés por el Dr. Losada : en el
Diccionario de los Diccionarios de Medicina, traducido del mismo idioma bajo
la dirección del Dr. Giménez : en el Reino mineral de España recopilado por
Alvarado : en el Nuevo manual de hidrología químico-médico, o sea Tratado
analítico de las aguas minerales de Henry por Lentijo : en el Diccionario
geográfico del Sr. Madoz, &c, &c. (3)
Con respecto al modo como pudieron ser descubiertas estas fuentes, es de
suponer, atendido el declive del terreno hacia su nacimiento, que la
corriente de las aguas en los grandes aluviones descubriese ambos
manantiales al formar las respectivas barrancas, cuando no lo fuesen por
alguna de las revoluciones del globo.
Es no menos verosímil, que estando tan inmediatos al pueblo, empezaran los
vecinos a probar sus aguas, y que encontrándolas frescas, principalmente en
el estío, sin sobrecargar el estómago, la bebiesen en bastante cantidad para
mover el vientre : que en su consecuencia se aliviasen algunos que
padeciesen del estómago, de estreñimiento, de ardores, etc, contándose desde
luego como milagrosas sus virtudes medicinales : y como precisamente las
evacuaciones de vientre son uno de los efectos más palpables y que más
halagan a los enfermos, por la común creencia de que así limpia el cuerpo de
la carga de la bilis y de los malos humores a que se atribuyen todas las
enfermedades, no es de extrañar que el uso de tan eficaces aguas se hiciere
general.
Es natural también, que el Médico del pueblo las aconsejara metódicamente en
todos los casos que las creyese indicadas; circunstancia que contribuiría
sobremanera a justificar su progresiva reputación; y por fin, que siendo
pueblo de paso, se extendiese su fama de un modo extraordinario.
Es de suponer por último, que entre tantos achacosos las bebiese alguno
atacado del vicio sifilítico, y consiguiese su curación : que este
comunicase a otros tan halagüeños resultados; y que multiplicándose de cada
día más las curaciones de una enfermedad entonces tan horrible como
vergonzosa, llegasen a adquirir esa grande reputación especial, de que
siempre han gozado y actualmente gozan.
Como quiera que fuese, lo cierto es que ni otras aguas ni quizá otro
medicamento alguno, se habrán tomado por mucho tiempo con más fe y
entusiasmo para la curación de estas enfermedades; pues llegó a ser tan
considerable el número de sifilíticos que concurría a fines del siglo
próximo pasado y principios del presente, cuando tal vez más estragos
causaba el abuso del mercurio, que dio margen a que se designase
indistintamente a los bañistas con el epíteto de galicosos, cuya expresión
tomada después en sentido afrentoso, retrajo de concurrir a otros enfermos,
de suerte que llegó hasta creerse más adelante que tales aguas sólo
aprovechaban para las enfermedades sifilíticas.
Fue esta de Quinto una de las primitivas treinta y una plazas de baños y
aguas minerales creadas por el real decreto de 29 de junio de 1816 (4),
habiendo sido su primer médico director D. Manuel Arranz, y aunque suprimida
después por circunstancias accidentales en 1828, volvió a ser rehabilitada
en 1839 y definitivamente comprendida en las cuarenta y dos de planta que en
el día tienen Médico director en propiedad.
Reseña de su estado antiguo. Por lo visto, estas saludables fuentes
estuvieron poco menos que abandonadas después de la expulsión de los árabes,
aunque sin dejar nunca de ser más o menos concurridas, ni de conservar su
justificada reputación: prueba de ello es la debida importancia que se les
volvió a dar a principios del siglo pasado, cuando se dispuso la
construcción de las casitas, pilas, etc, siendo de inferir que entonces no
se tuviese noticia de los conductos por donde iban las aguas a los
respectivos receptáculos, puesto que no se hace mérito de ellos.
En tal estado es de suponer permaneciese el establecimiento hasta el año
1816, en que merced a un Alcalde activo y Ayuntamiento celoso, se reparó la
casilla de la fuente alta y agrandó la de la baja, haciendo en ésta otra
pila mucho más capaz que la primera, y se ratificó por fin la tarifa del
agua, que según parece, se vendía a precios muy subidos y arbitrarios.
Posteriormente no consta se hiciese mejora alguna de consideración, antes
por el contrario, desde fines del año 1823, es de creer hubiese un empeño en
destruirlo todo, pues empezaron a pasar carros cargados de mieses, yeso y
otros efectos por la circunferencia del nacimiento de las aguas de la fuente
alta, de suerte que habiéndose resquebrajado y hundido en algunos puntos la
capa de piedra que cubre las vetas por donde manan, quedó reducida el agua a
una cantidad insignificante.
Coincidió al propio tiempo, sin duda por efecto de la tendencia reaccionaria
de aquella época, que se hiciese más común el abuso de motejar a los
bañistas, todo lo que contribuyó a que volviese a disminuir la concurrencia.
En 1835 se pudo conseguir que se rebocaran de yeso las paredes de ambas
casillas, que se retejaran sus cubiertas y se diese salida a las cenagosas
aguas de la poza de la fuente alta, habilitándose también las subidas y
salón antiguo, tomándose por fin a empeño, que no se provocase a los
bañistas con indecorosas chanzas; pero no habiendo podido atenderse a la
conservación de los edificios durante los últimos años de la guerra civil,
llegaron a ponerse en un estado más ruinoso que nunca.
En efecto, a principios del año de 1840 se hallaban apuntalados los tejados
de ambas casillas y desmoronadas sus paredes en términos de meterse hasta
las pilas asquerosos insectos y reptiles; los desaguaderos de las pozas
estaban cegados también; de suerte, que entre el hedor cenagoso y el de las
exhalaciones de los mismos bañistas, se hacía intolerable la permanencia en
un local tan reducido y mal ventilado.
Tenían además los bañistas que beber el agua de pie, pues no había donde
sentarse, y hasta las subidas y sendas de comunicación entre ambas fuentes,
estaban intransitables.
No es de este lugar referir las grandes dificultades que hubo que vencer
para dar nueva forma al Establecimiento; pero afortunadamente se reunieron
circunstancias muy favorables, y sobre todo la decidida protección de las
autoridades municipal y provincial, sin cuya recíproca conformidad de ideas,
nada absolutamente se hubiera conseguido, en razón a pertenecer la finca a
los propios de la villa, y a no contarse con fondos para emprender obra
ninguna.
Como quiera que fuese, se levantó de planta el edificio de la primitiva
fuente o Baño alto, se descubrieron y rehabilitaron los ignorados conductos
por donde corre el agua a la pila, de los que apenas se encontraron
indicios, se abrió el salón de la cantera, se ensanchó el antiguo y
arreglaron las sendas y subidas de ambos manantiales, poniéndose además
bancos de madera en el interior del edificio, para sentarse los bañistas al
tiempo de beber el agua.
En el año de 1843 se llevó a efecto la segunda parte de la proyectada
restauración del Establecimiento, construyéndose también de planta el
edificio de la fuente primera o Baño bajo, tal como ahora se encuentra,
después de haberse practicado el desmonte de la circunferencia hasta dejar
descubiertas todas las vetas del manantial, cuyos conductos estaban
enteramente obstruidos.
Por último, en el presente año se ha prolongado catorce pies el edificio de
la segunda fuente. Con esta importante obra no sólo se ha mejorado la
entrada y el local donde beben el agua los bañistas, sino que también se ha
conseguido interceptar el vicioso paso de los carros por encima del
nacimiento del manantial, que con la continuación hubiera llegado a
destruirse: aprovechándose al propio tiempo un trozo de la veta más
abundante de agua, que por estar fuera del edificio se tenía inutilizada.
Al fin de esta Memoria se transcribirán algunos documentos del Ayuntamiento
de la villa y Diputación de la provincia, que pueden servir de justificantes
para corroborar la necesidad de Médicos directores en los Establecimientos
de baños y aguas minerales.
Descripción del establecimiento. Se compone según queda dicho, de dos
edificios, denominado el primero Baño bajo, por estar más inmediato al
pueblo, y el segundo Baño alto, por estar más distante.
Ambos están fundados sobre las mismas capas calizas que cubren las vetas del
manantial.
Tiene el edificio de la fuente alta veinte y seis varas aragonesas de
longitud y quince de latitud (5).
Cuatro rejas paralelas en dirección opuesta sirven para darle luz y
ventilación.
La pila o receptáculo de las aguas es de siete pies y ocho pulgadas de
ancho, por otras tantas de largo, y de un pie con ocho líneas de
profundidad, en su parte media.
Está fraguada en la misma capa inferior de piedra que contiene la veta
arcillosa del manantial, cubriéndole una sólida bóveda de sillares, siendo
su elevación en el centro, de cinco pies y seis pulgadas.
Siempre que es menester limpiarla, se entra en ella por una vistosa
ventanita de cristal, cuya llave se entrega al Médico director durante la
temporada.
En la parte media inferior del receptáculo está el grifón por donde sale el
agua que toman los bañistas.
Uno de los dos conductos que encierran la veta arcillosa de donde se
desprende el agua, y la conducen a la pila, es de cuarenta y nueve pies de
longitud, y de veinte y uno el del lado opuesto. Ambos están construidos con
las mayores precauciones.
Tanto el depósito como los conductos se hallan aislados de lo restante del
edificio por medio de un tabique que lo divide longitudinalmente en sus tres
cuartas partes, quedando un espacio de quinientos cuarenta pies rodeado de
bancos de madera, en donde se sientan los bañistas para tomar las aguas. La
cuarta parte restante de dicha localidad sirve de cuarto para consultas, y
por él se entra al sitio del nacimiento del agua.
El edificio de la primera fuente o Baño bajo es de veinte y una varas
aragonesas de longitud y de quince de latitud (6), teniendo su puerta y
cuatro rejas grandes y simétricas en su fachada principal hacia el norte,
por exigirlo así la posición del terreno.
Al entrar en él se presenta a un golpe de vista, la cara de la pila en toda
su extensión con su ventanita y los dos grifones por donde se extrae el
agua. Por encima del antepecho, que se eleva desde el borde de la misma pila
y sirve de estribo a su bóveda, aparecen escuetas y apiñadas las capas de la
cantera, que más a la derecha contienen las vetas arcillosas por donde manan
las aguas, que sucesivamente son dirigidas al receptáculo por sus conductos
respectivos.
El superior de dichos conductos tiene veinte y dos pies de extensión y
cuarenta y nueve el inferior, cayendo el agua de aquél a éste por un corte
vertical abierto en las mismas capas de piedra intermedias.
Existe además otro conducto al E. que se introduce por debajo de la capa
inferior de las calizas más compactas, y tiene quince pies de longitud,
siendo la faja arcillosa que la encierra y de la que se ve manar el agua, de
un hermoso color de púrpura.
La pila o receptáculo de estas aguas tiene veinte pies, siete pulgadas de
longitud y dos con nueve de latitud y profundidad. Está compuesta de
diferentes piezas perfectamente labradas y se halla colocada debajo del
banco inferior de la misma cantera, cubriéndola en toda su extensión una
bóveda de ladrillo.
El mérito principal de estas obras consiste: primero en haberse salvado tan
preciosos manantiales; y luego en que además de la mejor perspectiva y mayor
capacidad de los edificios, se consiguió que fuesen descubiertas las
primitivas vetas de ambas fuentes, con la grande ventaja de quedar dentro de
cada respectivo edificio, todos los conductos que encierran sus aguas, sin
que por consiguiente sea posible que penetren por ellos y se mezclen las de
lluvia, como sucedía antes, ni que se introduzcan insectos ni reptiles; y
por fin, que no se alteren ni desvirtúen bajo concepto alguno, sobre
obtenerse en mucha mayor cantidad y tan puras como las de la naturaleza.
(1) Este documento y el informe al Supremo
Consejo de Castilla se me facilitaron a fines del año de 1846.
(2) Este hecho coincide con lo que dice el Dr. Lay sobre las diferentes
análisis practicadas en Zaragoza, Mompeller y París en aquella época.
(3) Posteriormente pueden citarse los distinguidos escritores sobre aguas
minerales, Monasterio, Alvarez Alcalá, Rubio, etc.
(4) Los baños y aguas minerales a que por ahora se destinan únicamente
facultativos, son los de Alhama y Graena en el reino de Granada; los de
Bornos en el de Sevilla; los de Ardales en el de Málaga; los de Marmolejo
y la Elisea en el de Jaén; en Aragón, Alhama, Panticosa, Quinto y Tiermas;
en Castilla la Nueva, Sacedón, Trillo, el Molar, Puertollano, Soán de
Cabras y Alcantud; en Castilla la Vieja, Arnedillo y Ledesma; en Cataluña,
Caldas de Mombuy y Caldetas; en Extremadura, Alange y la Fuente del Oro en
Guadalupe; en Galicia, Caldelas, Cortegada, Caldas de Cuntis y Caldas de
Reyes; en Asturias, las Caldas de Oviedo; en Murcia, Archena; en Navarra,
Fitero y Belascoaín; en Valencia, Bussot. - Gaceta de Madrid del 28de
Septiembre de 1816.
(5) Equivalentes a 71 y 42 pies de Castilla.
(6) Equivalentes a 59 por 42 pies de Castilla.
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