CAPÍTULO II
Historia de las aguas minerales de Quinto.- Reseña de su estado antiguo y de las mejoras que se han hecho en el establecimiento desde el año 1840.
 
  Se ignora la época y el modo como fueron descubiertos estos preciosos manantiales, que de tiempo inmemorial son conocidos con la denominación de Baños de Quinto; pero es indudable que su celebridad data de tiempos muy remotos, pues se sabe que sus virtudes medicinales fueron conocidas de los romanos y tenidas en mucha estima por los árabes.

Los documento s encontrados en los archivos de la villa, relativos a este punto, tampoco ilustran nada acerca de su origen; pues se reducen sólo a expedientes sobre recomposiciones de sus casillas, y escrituras de arriendo de las aguas sobrantes, y gajes que hacen referencia a otras anteriores, pudiéndose inferir únicamente que siempre han sido muy deseadas y vendidas a precios muy subidos. Existe no obstante en mi poder la copia de un extenso y concienzudo informe de 26 de diciembre de 1771, dado por mandato del Supremo Consejo de Castilla al Protomedicato de Aragón por el Alcalde mayor, Ayuntamiento, Cura párroco, Capítulo Eclesiástico y Médico titular de la villa, en cuyo escrito se prodigan los más grandes elogios a tan recomendables aguas, sobre todo para las enfermedades sifilíticas y mercuriales, litiasis o mal de piedra, ictericia, obstrucciones, flujos mucosos, oftalmias, &c; refiriéndose al propio tiempo que a principios de aquel siglo se había aumentado tan considerablemente la concurrencia, que fue indispensable asistiese todos los días, mientras se distribuía el agua a los bañistas, uno de los Alcaldes o Regidores para conservar el orden; pero que no siendo aun bastantes dicha providencia, fue menester que todos los años se mandase de Zaragoza, durante la temporada, un piquete de soldados para auxiliar a la justicia en caso necesario, y vigilar no se extrajera el agua por la noche: que a fin de obviar estos inconvenientes, se hizo una casita en 1731 para tener encerrada la fuente, construyéndose al propio tiempo una pila abovedada para recoger mejor sus aguas y tenerlas con más limpieza: que con motivo de no ser tampoco así suficiente el agua de aquella fuente para todos los concurrentes, dispuso el Excmo. Sr. Capitán General del Reino, D. Antonio Santander, que se hiciera otra casita, pila y bóveda en la otra fuente o Baño bajo el año de 1738; y que estas circunstancias influyeron tanto para aumentar su prestigio y concurrencia, que era preciso distribuir el agua por turno, sin que bastase ningún día para todos los bañistas.

Otro manuscrito obra también en mi poder, del Dr. Lay, Teniente del Protomedicato de Aragón, en el que además de encarecer cuanto queda indicado acerca de las virtudes medicinales de tan preciosas aguas, habla de las diferentes análisis de las mismas, practicadas en París, Mompeller y Zaragoza, lo que prueba la mucha celebridad de que gozaban en el siglo pasado, no sólo en España sino también en Francia.
Por fin, en otro documento, o sea copia de la contestación que se dio al geógrafo de S. M., D. Tomás López, por el ilustrado Rector, y no menos erudito médico del pueblo, el año 1799, en lo relativo a sus aguas minerales, se leen las siguientes palabras notables: "En el análisis de estas aguas sólo se encuentran las sustancias de las canteras de cal y creta, por donde se destilan; pero puede asegurarse se ve en ellas lo que dice el gran filósofo, nuestro español Piquer, en el tratado cuarto de los Elementos, página 332: refiriéndose a Hoffman, después de un examen detenido de las aguas minerales, conoció que la principal fuerza de ellas en curar las enfermedades, procede de una sustancia sutil, espirituosa y activa que contienen y comunican al cuerpo humano. Esta misma sustancia, pues, que contienen las de Quinto, no se sujeta al análisis, ni a ella alcanzan los sentidos; pero estos mismos la echan de menos poco después de extraída el agua de la fuente, pareciendo que ya no es la misma, y por esta razón es más activa si se bebe al pie de ella, y sus efectos más prontos y visibles." (1)

Las noticias tradicionales corroboran todo lo dicho con respecto a la grande reputación de que siempre han gozado estas aguas, pues refieren los ancianos haber oído decir a sus abuelos "que antiguamente concurrían muchas gentes de alto rango y de todas partes: que también los vecinos del pueblo solían tomarlas por costumbre para limpiarse de los malos humores, y así que se sentían mal corrían al baño, no conociéndose entonces pueblo más sano: añadiéndose a esto, el relato de miles de curaciones maravillosas."

Refiérese igualmente que estuvieron unos franceses examinando algunos días las aguas de ambas fuentes, y que al marcharse habían dicho: "que en Francia no tenían unas aguas tan buenas, que los españoles no sabían apreciar sus tesoros: que las pilas en donde se recogen debían ser de oro, etc." y que se habían llevado muchas botellas llenas (2).

Entre los autores modernos se hace mérito de tan acreditadas aguas en el Apéndice a los Elementos de Terapéutica y Materia médica del Dr. Capdevila : en el Análisis abreviado de las Aguas medicinales más conocidas de España, o sea Apéndice del curso de Materia médica de Foy, por el Doctor Foix y Gual : en los Elementos de Terapéutica y Materia médica de Edwars y Vawaseur, traducidos por los Drs. Orns y Oriol : en el Diccionario de Medicina y Cirujía prácticas traducido del francés por el Dr. Losada : en el Diccionario de los Diccionarios de Medicina, traducido del mismo idioma bajo la dirección del Dr. Giménez : en el Reino mineral de España recopilado por Alvarado : en el Nuevo manual de hidrología químico-médico, o sea Tratado analítico de las aguas minerales de Henry por Lentijo : en el Diccionario geográfico del Sr. Madoz, &c, &c. (3)

Con respecto al modo como pudieron ser descubiertas estas fuentes, es de suponer, atendido el declive del terreno hacia su nacimiento, que la corriente de las aguas en los grandes aluviones descubriese ambos manantiales al formar las respectivas barrancas, cuando no lo fuesen por alguna de las revoluciones del globo.

Es no menos verosímil, que estando tan inmediatos al pueblo, empezaran los vecinos a probar sus aguas, y que encontrándolas frescas, principalmente en el estío, sin sobrecargar el estómago, la bebiesen en bastante cantidad para mover el vientre : que en su consecuencia se aliviasen algunos que padeciesen del estómago, de estreñimiento, de ardores, etc, contándose desde luego como milagrosas sus virtudes medicinales : y como precisamente las evacuaciones de vientre son uno de los efectos más palpables y que más halagan a los enfermos, por la común creencia de que así limpia el cuerpo de la carga de la bilis y de los malos humores a que se atribuyen todas las enfermedades, no es de extrañar que el uso de tan eficaces aguas se hiciere general.

Es natural también, que el Médico del pueblo las aconsejara metódicamente en todos los casos que las creyese indicadas; circunstancia que contribuiría sobremanera a justificar su progresiva reputación; y por fin, que siendo pueblo de paso, se extendiese su fama de un modo extraordinario.
Es de suponer por último, que entre tantos achacosos las bebiese alguno atacado del vicio sifilítico, y consiguiese su curación : que este comunicase a otros tan halagüeños resultados; y que multiplicándose de cada día más las curaciones de una enfermedad entonces tan horrible como vergonzosa, llegasen a adquirir esa grande reputación especial, de que siempre han gozado y actualmente gozan.

Como quiera que fuese, lo cierto es que ni otras aguas ni quizá otro medicamento alguno, se habrán tomado por mucho tiempo con más fe y entusiasmo para la curación de estas enfermedades; pues llegó a ser tan considerable el número de sifilíticos que concurría a fines del siglo próximo pasado y principios del presente, cuando tal vez más estragos causaba el abuso del mercurio, que dio margen a que se designase indistintamente a los bañistas con el epíteto de galicosos, cuya expresión tomada después en sentido afrentoso, retrajo de concurrir a otros enfermos, de suerte que llegó hasta creerse más adelante que tales aguas sólo aprovechaban para las enfermedades sifilíticas.

Fue esta de Quinto una de las primitivas treinta y una plazas de baños y aguas minerales creadas por el real decreto de 29 de junio de 1816 (4), habiendo sido su primer médico director D. Manuel Arranz, y aunque suprimida después por circunstancias accidentales en 1828, volvió a ser rehabilitada en 1839 y definitivamente comprendida en las cuarenta y dos de planta que en el día tienen Médico director en propiedad.

Reseña de su estado antiguo. Por lo visto, estas saludables fuentes estuvieron poco menos que abandonadas después de la expulsión de los árabes, aunque sin dejar nunca de ser más o menos concurridas, ni de conservar su justificada reputación: prueba de ello es la debida importancia que se les volvió a dar a principios del siglo pasado, cuando se dispuso la construcción de las casitas, pilas, etc, siendo de inferir que entonces no se tuviese noticia de los conductos por donde iban las aguas a los respectivos receptáculos, puesto que no se hace mérito de ellos.

En tal estado es de suponer permaneciese el establecimiento hasta el año 1816, en que merced a un Alcalde activo y Ayuntamiento celoso, se reparó la casilla de la fuente alta y agrandó la de la baja, haciendo en ésta otra pila mucho más capaz que la primera, y se ratificó por fin la tarifa del agua, que según parece, se vendía a precios muy subidos y arbitrarios.

Posteriormente no consta se hiciese mejora alguna de consideración, antes por el contrario, desde fines del año 1823, es de creer hubiese un empeño en destruirlo todo, pues empezaron a pasar carros cargados de mieses, yeso y otros efectos por la circunferencia del nacimiento de las aguas de la fuente alta, de suerte que habiéndose resquebrajado y hundido en algunos puntos la capa de piedra que cubre las vetas por donde manan, quedó reducida el agua a una cantidad insignificante.

Coincidió al propio tiempo, sin duda por efecto de la tendencia reaccionaria de aquella época, que se hiciese más común el abuso de motejar a los bañistas, todo lo que contribuyó a que volviese a disminuir la concurrencia.

En 1835 se pudo conseguir que se rebocaran de yeso las paredes de ambas casillas, que se retejaran sus cubiertas y se diese salida a las cenagosas aguas de la poza de la fuente alta, habilitándose también las subidas y salón antiguo, tomándose por fin a empeño, que no se provocase a los bañistas con indecorosas chanzas; pero no habiendo podido atenderse a la conservación de los edificios durante los últimos años de la guerra civil, llegaron a ponerse en un estado más ruinoso que nunca.

En efecto, a principios del año de 1840 se hallaban apuntalados los tejados de ambas casillas y desmoronadas sus paredes en términos de meterse hasta las pilas asquerosos insectos y reptiles; los desaguaderos de las pozas estaban cegados también; de suerte, que entre el hedor cenagoso y el de las exhalaciones de los mismos bañistas, se hacía intolerable la permanencia en un local tan reducido y mal ventilado.
Tenían además los bañistas que beber el agua de pie, pues no había donde sentarse, y hasta las subidas y sendas de comunicación entre ambas fuentes, estaban intransitables.

No es de este lugar referir las grandes dificultades que hubo que vencer para dar nueva forma al Establecimiento; pero afortunadamente se reunieron circunstancias muy favorables, y sobre todo la decidida protección de las autoridades municipal y provincial, sin cuya recíproca conformidad de ideas, nada absolutamente se hubiera conseguido, en razón a pertenecer la finca a los propios de la villa, y a no contarse con fondos para emprender obra ninguna.

Como quiera que fuese, se levantó de planta el edificio de la primitiva fuente o Baño alto, se descubrieron y rehabilitaron los ignorados conductos por donde corre el agua a la pila, de los que apenas se encontraron indicios, se abrió el salón de la cantera, se ensanchó el antiguo y arreglaron las sendas y subidas de ambos manantiales, poniéndose además bancos de madera en el interior del edificio, para sentarse los bañistas al tiempo de beber el agua.

En el año de 1843 se llevó a efecto la segunda parte de la proyectada restauración del Establecimiento, construyéndose también de planta el edificio de la fuente primera o Baño bajo, tal como ahora se encuentra, después de haberse practicado el desmonte de la circunferencia hasta dejar descubiertas todas las vetas del manantial, cuyos conductos estaban enteramente obstruidos.

Por último, en el presente año se ha prolongado catorce pies el edificio de la segunda fuente. Con esta importante obra no sólo se ha mejorado la entrada y el local donde beben el agua los bañistas, sino que también se ha conseguido interceptar el vicioso paso de los carros por encima del nacimiento del manantial, que con la continuación hubiera llegado a destruirse: aprovechándose al propio tiempo un trozo de la veta más abundante de agua, que por estar fuera del edificio se tenía inutilizada.

Al fin de esta Memoria se transcribirán algunos documentos del Ayuntamiento de la villa y Diputación de la provincia, que pueden servir de justificantes para corroborar la necesidad de Médicos directores en los Establecimientos de baños y aguas minerales.

Descripción del establecimiento. Se compone según queda dicho, de dos edificios, denominado el primero Baño bajo, por estar más inmediato al pueblo, y el segundo Baño alto, por estar más distante.

Ambos están fundados sobre las mismas capas calizas que cubren las vetas del manantial.

Tiene el edificio de la fuente alta veinte y seis varas aragonesas de longitud y quince de latitud (5).

Cuatro rejas paralelas en dirección opuesta sirven para darle luz y ventilación.

La pila o receptáculo de las aguas es de siete pies y ocho pulgadas de ancho, por otras tantas de largo, y de un pie con ocho líneas de profundidad, en su parte media.

Está fraguada en la misma capa inferior de piedra que contiene la veta arcillosa del manantial, cubriéndole una sólida bóveda de sillares, siendo su elevación en el centro, de cinco pies y seis pulgadas.

Siempre que es menester limpiarla, se entra en ella por una vistosa ventanita de cristal, cuya llave se entrega al Médico director durante la temporada.
En la parte media inferior del receptáculo está el grifón por donde sale el agua que toman los bañistas.

Uno de los dos conductos que encierran la veta arcillosa de donde se desprende el agua, y la conducen a la pila, es de cuarenta y nueve pies de longitud, y de veinte y uno el del lado opuesto. Ambos están construidos con las mayores precauciones.

Tanto el depósito como los conductos se hallan aislados de lo restante del edificio por medio de un tabique que lo divide longitudinalmente en sus tres cuartas partes, quedando un espacio de quinientos cuarenta pies rodeado de bancos de madera, en donde se sientan los bañistas para tomar las aguas. La cuarta parte restante de dicha localidad sirve de cuarto para consultas, y por él se entra al sitio del nacimiento del agua.

El edificio de la primera fuente o Baño bajo es de veinte y una varas aragonesas de longitud y de quince de latitud (6), teniendo su puerta y cuatro rejas grandes y simétricas en su fachada principal hacia el norte, por exigirlo así la posición del terreno.

Al entrar en él se presenta a un golpe de vista, la cara de la pila en toda su extensión con su ventanita y los dos grifones por donde se extrae el agua. Por encima del antepecho, que se eleva desde el borde de la misma pila y sirve de estribo a su bóveda, aparecen escuetas y apiñadas las capas de la cantera, que más a la derecha contienen las vetas arcillosas por donde manan las aguas, que sucesivamente son dirigidas al receptáculo por sus conductos respectivos.

El superior de dichos conductos tiene veinte y dos pies de extensión y cuarenta y nueve el inferior, cayendo el agua de aquél a éste por un corte vertical abierto en las mismas capas de piedra intermedias.

Existe además otro conducto al E. que se introduce por debajo de la capa inferior de las calizas más compactas, y tiene quince pies de longitud, siendo la faja arcillosa que la encierra y de la que se ve manar el agua, de un hermoso color de púrpura.
La pila o receptáculo de estas aguas tiene veinte pies, siete pulgadas de longitud y dos con nueve de latitud y profundidad. Está compuesta de diferentes piezas perfectamente labradas y se halla colocada debajo del banco inferior de la misma cantera, cubriéndola en toda su extensión una bóveda de ladrillo.

El mérito principal de estas obras consiste: primero en haberse salvado tan preciosos manantiales; y luego en que además de la mejor perspectiva y mayor capacidad de los edificios, se consiguió que fuesen descubiertas las primitivas vetas de ambas fuentes, con la grande ventaja de quedar dentro de cada respectivo edificio, todos los conductos que encierran sus aguas, sin que por consiguiente sea posible que penetren por ellos y se mezclen las de lluvia, como sucedía antes, ni que se introduzcan insectos ni reptiles; y por fin, que no se alteren ni desvirtúen bajo concepto alguno, sobre obtenerse en mucha mayor cantidad y tan puras como las de la naturaleza.

 

(1) Este documento y el informe al Supremo Consejo de Castilla se me facilitaron a fines del año de 1846.

(2) Este hecho coincide con lo que dice el Dr. Lay sobre las diferentes análisis practicadas en Zaragoza, Mompeller y París en aquella época.

(3) Posteriormente pueden citarse los distinguidos escritores sobre aguas minerales, Monasterio, Alvarez Alcalá, Rubio, etc.

(4) Los baños y aguas minerales a que por ahora se destinan únicamente facultativos, son los de Alhama y Graena en el reino de Granada; los de Bornos en el de Sevilla; los de Ardales en el de Málaga; los de Marmolejo y la Elisea en el de Jaén; en Aragón, Alhama, Panticosa, Quinto y Tiermas; en Castilla la Nueva, Sacedón, Trillo, el Molar, Puertollano, Soán de Cabras y Alcantud; en Castilla la Vieja, Arnedillo y Ledesma; en Cataluña, Caldas de Mombuy y Caldetas; en Extremadura, Alange y la Fuente del Oro en Guadalupe; en Galicia, Caldelas, Cortegada, Caldas de Cuntis y Caldas de Reyes; en Asturias, las Caldas de Oviedo; en Murcia, Archena; en Navarra, Fitero y Belascoaín; en Valencia, Bussot. - Gaceta de Madrid del 28de Septiembre de 1816.

(5) Equivalentes a 71 y 42 pies de Castilla.

(6) Equivalentes a 59 por 42 pies de Castilla.

 

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