CAPITULO I
Noticias históricas de la villa de Quinto. - Descripción topográfica de la misma. - Clima. -Idea geológica de su término. - Antigüedades, etc.
 
Noticia histórica. Quinto es una de las antiguas villas del reino de Aragón, cabeza de la baronía de su nombre, que componen además los pueblos de Gelsa, Velilla, Alforque y despoblado de Matamala con su castillo.

Este pueblo, con otros muchos de Aragón, perteneció desde principios del siglo XIV a la antiquísima casa de los Ferrench de Luna, los cuales descendían de los reyes de Navarra. Lo poseía en 1348 el conde D Lope de Luna, de quien pasó a su hija Doña María de Luna, casada después con el infante D Martín, que posteriormente fue rey de Aragón. Más adelante lo poseyó D Federico o Fadrique de Luna, hijo bastardo de D Martín, rey de Sicilia. Le fue confiscado por su rebelión en 1429, y en 1431 el rey D Alonso V, el Magnánimo, lo dio en remuneración de servicios y de cantidades a D Juan de Funes, su vicecanciller, por cuyos descendientes vino con los otros pueblos que forman la baronía de su nombre, a poder de los condes de Montijo.

Fundación. Se cree fundada por los Edetones, muchos años antes de la era cristiana.
Armas. Consisten en cinco roeles rojos en campo plateado, semejantes a las quinas de Portugal.

Población. En tiempo de los romanos fue muy crecida; pero quedó mucho más reducida después de la expulsión de los árabes, contando en la actualidad sobre dos mil almas.

Situación topográfica. Ocupa la falda de unas colinas al E. siguiendo la cordillera de las mismas de N. a S. paralelamente al canal del río Ebro.

Posición geográfica. Se halla a los 16º 21' de longitud y a los 41º 29' de latitud con arreglo al meridiano de Zaragoza; y a unos 150 metros de elevación sobre el nivel del mar.

Demarcación. Pertenece a la provincia de Zaragoza y partido judicial de Pina.

Linda al N. con término de Fuentes de Ebro: al S. con el de los pueblos de La Zaida, y Azayla, partido judicial de Híjar, provincia de Teruel: al E. con el río Ebro: al O. con término de Codo y de Belchite: al S.E. con el mismo Ebro y término de Gelsa: al S.O. con el de Binacey, y al N.E. con el de Pina.
Dista de Madrid sesenta y cuatro leguas, siete y media de Zaragoza y una y media de la cabeza de partido.

Caserío. Las casas, en número de unas cuatrocientas, son por lo general de piedra y yeso, y algunas de las más antiguas de ladrillo; pero con pocas comodidades. La iglesia parroquial, de la que fue abad el infante D Martín de Aragón, situada en la cumbre de uno de los más elevados cerros que dominan el pueblo, así como su vistosa torre, son muy sólidas y de bastante mérito. Fue edificada en 1429 por Doña Urraca Sánchez y en ella yace: habiendo sido prolongada en el año 1686, por ser harto reducida en proporción del vecindario.

En la plaza hay otra iglesia, dedicada a San Juan Bautista, cuya fundación se hizo con el piadoso y laudable objeto de que los ancianos, achacosos y convalecientes, pudieran oír misa sin grave detrimento de su salud, en razón a ser tan pendiente y desabrigada la subida a la parroquia.
La posada perteneciente a sus propios, es también bastante sólida y susceptible de cuantas comodidades pudieran desear los transeúntes y bañistas, mas en el día está muy deteriorada.

La las municipal, situada en la plaza, reedificada en 1835, tiene muy regulares fachadas, y adornara mucho más la principal, si se restaurase la preciosa lápida de la Constitución, cuyas doradas letras picaron bruscamente los carlistas una de las veces que estuvieron en el pueblo.
Finalmente, el arco de ladrillo que se halla en la salida para Alcañiz con una hermosa capilla en su centro del patrono del pueblo, San Roque, es de lo más notable.Fue construido el año 1741.

Las calles principales, que continuadas forman la carretera de Zaragoza a Alcañiz, son las de San Miguel, la Mayor, la Plaza y San Roque: la de Luco, que cruzando hacia el O. sube hasta la salida para Belchite; la de la Herrería, que desde la plaza conduce a la iglesia parroquial, y finalmente la de la Morería, que desde el arco o portal de San Miguel, termina en la escalinata de la propia iglesia, son todas pendientes y mal empedradas.
Riqueza. Es pueblo exclusivamente agrícola; hay no obstante algunas tiendas, dos confiterías y talleres de los oficios más comunes. Tiene también cuatro molinos de aceite, otro harinero, tres hornos de pan y un tejar.

Comestibles. Se encuentran a precios módicos los artículos de primera necesidad. El carnero que se cría en su monte, es muy fino y sabroso. El pan es inferior, así es que muchos bañistas lo encargan a Zaragoza. Abundan las gallinas, los pollos y huevos frescos. Tampoco falta jamón del país. Pueden proporcionarse conejos, perdices, codornices, alguna liebre y alondras, que se cogen algunas noches a la dormida. Entre el pescado de río se consiguen todos los días anguilas, barbos, madrillas o bogas y alguna carpa y trucha.

Clima. Reinan con frecuencia los vientos nordestes y noroestes, y en las tardes de verano ordinariamente los sudestes. Sopla también algunas veces el aire serrano o sudoeste que acostumbra a ser frío y lluvioso. El estío fuera menos caluroso, si no estuviese situado el pueblo en la falda de los cerros. La estación de invierno, aunque fría, es apacible en el centro del día, como no reinen los vientos nordestes. La primavera si bien varía de algunos años a esta parte, es risueña por otro lado. El otoño por fin, tan pronto es caloroso, como frío y nebuloso; con todo apenas hay día que desde el monte no puedan gozarse algunas horas de un cielo benigno y despejado.

La temperatura atmosférica durante los meses de tomar las aguas, ni pasa generalmente de los veinte grados del termómetro de Reaumur, ni baja de los quince, a las seis de la mañana en el primer tercio de la temporada: de los veinte y uno, a los diez y siete grados en el segundo tercio, y de los diez y siete a los trece grados en el último tercio: llegando algunos días hasta los treinta y tres grados en las horas de más calor, que suele ser a las tres de la tarde.

Otros días se experimentan variaciones muy extremadas, sobre todo si con alguna tempestad ha caído granizo en las inmediaciones: pues este fenómeno meteorológico apenas se observa en los términos del pueblo, por más que se cargue la atmósfera de electricidad.

Enfermedades. Son raras las pleuresías y neumonías agudas, no lo es menos la tisis: bastante frecuente el catarro pulmonal, y harto familiar el asma; efecto sin duda de la penosa cuesta de la iglesia parroquial y de la precipitación y pocas precauciones con que se sube a ella. Suelen presentarse algunas intermitentes que ceden generalmente a los recursos más comunes. La discrasia herpética parece ser peculiar de algunas familias; otro tanto pudiera decirse de algunas oftalmias. La gastralgia clorótica es muy común, lo mismo que las lombrices, incluso la tenia. A pesar de todo, el pueblo puede llamarse sano, siendo sus habitantes robustos, bien fornidos, de mediana estatura y fuertes para el trabajo.

Suelo. Dividido el término de Quinto por la misma cordillera de cerros que, según queda dicho, se extiende de N a S, constituye su monte la parte del O y su huerta la del E, hallándose en medio la carretera real, que lleva la indicada dirección por la base de los propios cerros.

La superficie del monte, tan llana como despejada, se ve cubierta casi toda ella de tierra cascajosa, mientras que a poca profundidad se encuentran en muchos puntos extensas capas de piedra caliza, alternadas a veces con otras areniscas y no pocas de yeso, ya en contacto las unas con las otras, ya interpuestas fajas arcillosas de diferente color y densidad, que revelan su formación secundaria.

El terreno de la huerta es también cascajoso en algunas partidas, y en ellas se coge el mejor aceite. En las más predomina la arcilla, así como la arena en las inmediatas a la rivera.

Ríos. El Ebro corriendo de N a S a la distancia de una media hora a lo más de la población, circunscribe el término por el E.

Manantiales. Tiene a la izquierda del camino real saliendo de Zaragoza, dos fuentes minero-medicinales, que son las mismas que de tiempo inmemorial, se conocen con la equívoca denominación de Baños de Quinto (1).

Nacen en el declive de dos barrancadas que empiezan a formarse en la llanura inmediata del monte, partida de la Belitrera, y terminan en la misma carretera de Zaragoza.

Dista el primer manantial del pueblo unos trescientos pasos, y sobre quinientos veinte el segundo, separándolos solo un pequeño collado.
Estas célebres fuentes son el objeto de la presente Memoria.

Producciones. Sobre los mismos manantiales empieza la vasta llanura del monte, tan desprovisto de árboles y arbustos, como embalsamado por los fragantes aromas del tomillo, aliaga, ontina, romero, virga áurea, etc, que con el esparto y otras varias yerbas matizan su cascajoso suelo.

Se cogen en él muy regulares cosechas de trigo y cebada, como acompañen las lluvias. De algunos años a esta parte se van plantando muchas vides, cuyo fruto es bastante sacarino.

Es buen terreno para liebres: se crían también perdices, gangas y otras aves más comunes.

En su radio, que comprende sobre quince mil quinientas cincuenta varas aragonesas de longitud, y ocho mil noventa de latitud, se cuentan once parideras de ganado lanar, cada una con su acampo, pudiéndose mantener aproximadamente en todo él unas siete mil cabezas (2).

La huerta, cuya extensión es de mil quinientos cahices de cultivo, puede clasificarse de mediana calidad, y diera mucho más de sí, si hubiese más brazos para trabajarla mejor. Sin embargo, se coge en ella mucho trigo, cebada, judías, habas, maíz y sobre todo patatas. La cosecha de seda es de bastante consideración, así como la de aceite: tampoco es muy escasa la de vino, pero se conserva poco. Algunos años compensa también los trabajos la de los higos.

Los árboles que mejor se crían y más producen, son el olivo, el moral y la higuera.

Todas sus tierras se riegan con las aguas de una caudalosa acequia, cuya boquera las recibe del Ebro a dos leguas y media de distancia, en el término de la inmediata villa de Fuentes.

Algunas de sus partidas, como la de Quintillo, Rambleta, Suertes y Galacho son muy amenas; se crían en ellas exquisitos melocotones y muy sabrosos higos; viéndose cubiertos los campos de variadas hortalizas durante el verano, y a cada paso rústicas casillas y barracas, donde muchas familias pasan los días secando los higos.

Hace algunos años se comen muy buenos melones de simiente valenciana, que prueba perfectamente en la propia huerta.

Hay además algunos sotos arbolados y otros destinados al pasto de ganado caballar y vacuno.

Producciones medicinales. Tanto en el monte como en la huerta y sotos comunes, se crían muchas plantas de conocido mérito y recomendable uso en medicina: tales como la grama o Triticum repens L entre las gramíneas: el espárrago, Esparagus off L entre las esparragíneas: el anémone de los bosques, Ranunculus bulbosus L, entre las ranunculáceas: la amapola, Papaver rhoeas, y la celedonia Chelidonium majus L, entre las papaveráceas: la fumaria, Fumaria off L entre las fumariáceas: el malvabisco, Althea off L entre las malváceas: la ruda, Ruta graveolens L entre las rutáceas: el regaliz, Glycyrrhiza glabra L entre las leguminosas: la agrimonia, Agrimonia aupatoria L entre las rosáceas: el elaterio, Momordica elaterium L entre las cucurbitáceas: la cicuta, Conium malacatum, y el hinojo, Anethum foeniculum L, entre las umbelíferas: la yedra común, Hedera helix L entre las hederáceas: la bardana, Arctium lappa, la escorzonera, Scorzonera hispana L, entre las cinarocéfalas; el abrotano, Artemisia abrotanum, los ajenjos, Artemisia absynthium, la caléndula, Caalendula arvensis, y la manzanilla romana, Antemis nobilis L, entre las corimbíferas; la achicoria, Cichorium intybus L, entre las chicoriáceas; la centaura menor, Chironia centaurem L, entre las genciáneas; la cinoglosa, Cinoglossum off L, y la Pulmonaria off entre las borragíneas; el beleño, Hyosciamus aureus L, entre las solanáceas: el marrubio blanco, Marrubium vulgare, el romero, Rosmarinus off y la salvia, Salvia off L, entre las labiadas; el llanten, Plantago major L, entre las plantagíneas; la parietaria, Parietaria off L, entre las urticadas, y muchas otras más o menos conocidas y usadas.

De la raíz del orozuz se hace gran saca los más de los años por el Ebro para San Carlos de la Rápita, desde cuyo punto se conduce a Amposta, y se embarca para Sevilla y Francia con objeto de elaborar su extracto.

La escorzonera es muy fina y abundante.

También en las charcas de uno de los sotos comunes, se crían sanguijuelas muy finas y abundantes.

Paseos. Frente al edificio de la primera fuente, sirve de paseo un salón de unos cuatrocientos pies de longitud por veinte de latitud, resguardado de los vientos del Norte por el montecito que media entre ambos manantiales; y a corta distancia de la fuente segunda, o sea Baño alto, hacia el Norte, hay otro salón cuadrilongo en una de las hoyas de las canteras que se explotan para la fabricación de casas, cuya extensión es de ciento cuarenta pies, por cuarenta y uno de anchura, defendido de todos los aires.

En días apacibles todas las inmediaciones del establecimiento son las más adecuadas para poder pasear y dilatar su ánimo los bañistas. Parece que la misma Providencia quiso secundar la acción de tan saludables aguas haciendo insensibles los largos paseos que el uso de las mismas requiere, bien sea internándose por la despejada planicie del monte, aspirando su oxigenado y aromatizado ambiente; bien espaciando la vista por la risueña campiña del lado opuesto. La perspectiva, sobre todo, desde el extremo del Salón antiguo y montecito adjunto, es de lo más pintoresco. Colocado el espectador en su extremo izquierdo, mira a sus pies el camino real y la entrada de la villa, mientras que levantando la vista se extiende súbitamente por un diámetro de más de seis leguas de longitud, coronado en toda su circunferencia de apiñadas hileras de diversos montes, formando su línea concéntrica la hermosa vega del canal del Ebro. Hacia la derecha, al lado opuesto del barranco, se presenta el edificio de la primera fuente, llamada Baño bajo, y más allá la ermita de una Dolorosa. A su izquierda descuella por la cumbre de un cerro la Iglesia parroquial, cual si estuviese pendiente sobre el pueblo que la circunda. Distínguense más lejos las mansas aguas del caudaloso Ebro en forma de laguna, cruzando por ella la barca del paso, y más abajo la venta de Atarés, situada, al parecer, en la falda de unos sombríos cabezos que encubren el curso del río.

Siguiendo la misma línea de la izquierda, entre el arbolado de sus fértiles campiñas, se descubre primero la antigua Velilla, célebre por su fatídica campana (3), y a corta distancia la agricultora Gelsa, populosas ciudades ambas en tiempo de los romanos.

No es menos risueño el cuadro que más hacia acá ofrece el umbroso soto de Belloque, fecundísimo en conejos, que desviando primero la corriente del Ebro hasta estrellar sus aguas contra el robusto malecón de Quinto, vuelve luego a ser abarcado por las mismas, formando una extensa y mansa superficie contenida a su derecha por otro espeso soto de corpulentos chopos, que un ramal del mismo Ebro ha reducido a isla.
Corriendo al fin la vista hasta el Norte, se divisa entre nieblas a la villa de Pina, antes Piña, cabeza de partido; más arriba a Aguilar, después Osera; más allá a Villafranca, Nuez y Alfajarín en la misma carretera de Cataluña.

Descendiendo a la huerta y tomando el camino llamado de los Quiñones, entre el indicado brazo del río y la verdosa partida de Quintillo, se llega a la rivera frente al azud de Gelsa. Esta presa, primera del Ebro, conocida por el puerto de Quinto, es por su tortuosa embocadura, uno de los pasos más peligrosos y temidos de los barqueros por las frecuentes averías que al saltarlo suelen sufrir sus laúdes, en que se transporta trigo del feraz Aragón a la industriosa Cataluña (4).

Bajando por la misma orilla, otros nuevos islotes formados por ramales en que se parte el Ebro entretienen la vista, mientras que los campos que se hallan contiguos anuncian con sus grietas y desprendidas simas cuan en breve se verán arrastrados por la misma corriente que insaciable los mina.
Por último, más lejos, a la par de un sólido y vistoso molino harinero construido entre aguas, se ostentan juntas tres gigantescas norias que vertiendo las aguas a una altura extraordinaria, fertilizan uno de los términos más feraces de Gelsa.

Despoblado de Matamala. Entre las antigüedades del pueblo, cabe hacer mérito de una ermita dedicada a la Virgen de Matamala. Se halla a media legua de distancia bajando hacia Alcañiz, entre la carretera nueva y el río. Fue en su tiempo mezquita, y después iglesia parroquial de Quinto, conservándose todavía la pila bautismal. Es por consiguiente antiquísima, y en uno de sus arcos se lee, restaurada, la cifra de Cristo, o Lábaro de Constantino.

En la cresta del inmediato cabezo persisten trozos de un torreón o castillo árabe que allí hubiera: viéndose también en la parte meridional de otro inmediato cerro, la boca de una mina, que probablemente tendría comunicación con el mismo castillo, pero que en la actualidad se halla interceptada.

Al abrirse el camino nuevo en 1847, se encontraron por sus inmediaciones diferentes enseres entre ruinas de edificios y algunas monedas con bustos romanos, cuyos testimonios unidos a los vestigios del puente, de que habla Estrabón, entre Gelsa y Velilla, inducen a creer que en la época de la dominación romana se comunicarían ambas poblaciones con la de Quinto por medio de dicho puente, cuando no constituyesen las tres una sola, que es lo más probable.

Además de Matamala, se han conocido otros tres lugares en el propio término de Quinto, denominados Quintillo, Cerdán y Latorre, de los que apenas han quedado más que los nombres.

El cerro en que se halla fundada la iglesia parroquial, debió ser también uno de los inexpugnables fuertes del tiempo de los moros, pues se observan todavía al Norte del mismo los cimientos o base de un gran torreón con el portillo de su entrada.

Otro de los monumentos curiosos, aunque de tiempos menos lejanos, era la notable inscripción que se leía en la puerta de la iglesia parroquial, tan singular por su coincidencia,

"El mes quinto, del año quinto, entró en Quinto, Felipe quinto."

Finalmente, a una legua de distancia hacia Zaragoza junto al camino real, se encuentra otra ermita también muy antigua, en la que se venera con la mayor devoción la Virgen de Bonastre, disputada cuando su aparición por los vecinos de Pina.

Es de costumbre inmemorial que el pueblo de Quinto vaya en romería o procesión todos los años a dicha ermita el tercer día de la Pascua de Resurrección, y al siguiente en la misma forma a la de Matamala: saliendo a recibirla al regreso otra procesión por los respectivos portales subiendo después juntas hasta la iglesia parroquial.

Es digna de mencionarse otra solemne procesión que se hace a pie descalzo el día de la patrona del pueblo Santa Ana. Sale de la iglesia al amanecer, debiéndose hallar fuera del portal de San Miguel a la salida del sol: sigue por la carretera de Zaragoza hasta el pilón llamado de San Antón, y tomando el camino de la fuente segunda del Baño alto, pasa junto al edificio y regresa por el monte a la iglesia parroquial de donde ha salido.

En toda la carrera, una comparsa de moros y cristianos baila incesantemente delante de la Santa, al son de gaitas o dulzainas, variando las mudanzas según los sitios.

Mientras dura tan religiosa ceremonia está absolutamente prohibido que ni personas, ni caballerías, ni ganados puedan salir del pueblo.

(1) Son aguas que se usan sólo en bebida.
(2) Actualmente no podrían mantenerse tantas porque se siembra más.
(3) Se ha creído que anunciaba las calamidades de los Monarcas, tocando sola.
(4) Este puerto ha mejorado mucho.
 

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