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Miquel Batlle i Cels nacio en Arenys d'Empordà, municipi de Garrigàs, el 30 de setiembre de 1911 y es el hermano mayor de tres hermanos, se caso con Catalina Gibert i Espigule en 1936. Acudió al frente de Aragón tras un mes de espera en la retaguardia y estuvo en Quinto según relata su diario. ( Ver el trabajo completo de investigación realizado por uno de sus descendientes ) “ Catalina mía, ya verás como volveré.”
La
salida de Figueres fue a las 9, unos cantaban y reían, yo no reía ni
cantaba, en aquellas horas mi Catalina estaría llorando porque su Miguel le
había dicho que volvería y pasaban las horas y no volvía, que cruel era
nuestro destino, el mandaba había que obedecer, el fantasma del tren seguía
su marcha rumbo desconocido para nosotros, ¿Adonde íbamos? No los sabíamos,
llegamos a Gerona, paramos cosa de una hora, pasado este tiempo rompió otra
vez la marcha, llegamos a Empalme otra parada, habíamos entrado a la línea
de la costa, pasaríamos por Masnou, al pasar por allá como recordaría
aquel 30 de septiembre, no podía recordarse aquello, había que olvidarlo
todo para no pensar nada mas que en la guerra, que crueles somos los
hombres, seguimos la marcha, pasamos por Masnou pero no me di cuenta porque
me había dormido, me desperté en Pueblo Nuevo el tren estaba parado,
estuvimos mucho rato, se siguió la marcha llegamos a Barcelona el tren no
paró siguió su marcha con lentitud, pasamos por delante la estatua de
Colon, ¿adonde vamos? Era nuestra pregunta a ¿Valencia? Llegamos al
Morrot, debajo mismo de Monjuic nueva parada, me quedé dormido de nuevo, el
sueño me vencía, la noche anterior no había dormido, no me di cuenta de
cuando arrancó el tren, al despertar, estábamos ya en Reus, ya sabíamos
mas o menos adonde íbamos, al frente de Aragón a que punto, lo ignorábamos.
Salía
el sol, era domingo día 8 de agosto, el tren siguió su marcha, iba yo
despreocupado contemplando el paisaje desconocido, llegamos a Mora de Ebro,
nueva parada, de nuevo seguimos la marcha y entramos ya en tierras
aragonesas, llegamos a Caspe, paró el tren, habíamos llegado ya al punto
final de nuestro destino, orden de bajarnos del tren, y nos acomodamos allí
cerca la estación debajo de unos grandes árboles en espera de que el capitán
buscara un local para alojar a la compañía, así estuvimos dos horas, vino
el capitán, había encontrado local, estaba allí cerca, era un molino
aceitero viejo, no estaba muy bien pero no estaríamos mal, fuimos allá,
nos alojamos, yo lo primero que hice fue escribir a mi Catalina dándole
cuenta de donde estaba y que había llegado bien, después de un viaje de 15
horas, luego vino el capitán, había encontrado otro local mejor y teníamos
que ir allá, recogimos el equipaje y allá fuimos, era un café, estaríamos
mejor, teníamos café allí mismo, pues dormíamos en la misma sala de café,
era el café de izquierda republicana del pueblo, ya estábamos cerca del
frente, fuimos a cenar tomar café y de paseo por el pueblo, es un pueblo
algo grande pero no tiene ningún atractivo, ni es interesante, después de
un rato de paseo fuimos a dormir y llegó el siguiente día. Diana,
lista y a tomar el café después de paseo por el pueblo, fui a comprar algo
para comer con el rancho, por la tarde fuimos a bañarnos a un río que esta
allí cerca el Guadalupe, regresamos al pueblo y de paseo hasta la cena, yo
iba siempre con unos amigos de San Juan Abadesas, cenamos tomamos café y de
paseo, y así pasaron los días hasta que llegó el sábado próximo día
14, día en que se dio la orden de salir de Caspe para acercarnos más al
frente de fuego saldríamos a la noche a las 9, llegó esta hora y nos
llevaron a la estación, el tren estaba preparado, subimos a el y arrancó,
no sabíamos adonde íbamos, hacia el frente, seguro, era de noche no veíamos
nada, andamos unas dos horas, llegamos a una estación, todo a obscuras era
señal de que el frente estaba muy cerca era Así
llegó el domingo día 15 nos levantamos ya muy de día , lo primero que
hicimos fue visitar el pueblo un pueblo pequeñito y feo, había una
tabernucha donde íbamos a tomarnos el vasito de “tinto”, ya estaba
visto el pueblo, el frente estaba muy cerca, 6 quilómetros, compramos
algunos conejos a una buena mujer que nos los guisó muy bien, éramos 10,
comimos en la misma casa, la tarde nos fuimos de paseo, y a bañarnos al río
Ebro que estaba allí mismo, cenamos y a la taberna a beber el vasito y a
dormir, y así llegó el lunes, comer pasear y dormir. Íbamos
todos los días a bañarnos un día de estos los 10 compramos un cordero y
aquella mujer nos lo guiso también y así estuvimos hasta el día 24, día
en que empezó a llegar fuerza y material al pueblo, el día siguiente se
hacia la ofensiva para tomar Quinto, y seguir adelante, nosotros teníamos
que salir del pueblo, y a la noche salimos andando, y estuvimos andando hasta
las 12 del siguiente día pasamos por Sóstago, atravesamos el Ebro y
llegamos a Escatrón pueblo pequeño pero bonito llegamos a las 12 del día,
en el camino empezamos a sentir el fuego de Llegó
el día siguiente, era el día 27 de mañana se nos dio el armamento, el
fusil nuevo, flamante, lo limpiamos bien, luego fuimos a probarlo,
disparamos cinco tiros, comimos a la tarde no hicimos nada, me encontré con
el amigo Luís y Grau, pasamos la tarde juntos, llegó la noche, nos
despedimos, deseándonos mucha suerte y a dormir. El
día siguiente el 28 llamada general formar rápidamente con todo y salir
andando carretera adelante, se había tomado Quinto y nosotros teníamos
que ir a relevar las fuerzas que habían operado fuimos andando, empezamos a
ver los primeros señales de la guerra, trincheras, coches destrozados,
ambulancias que traían heridos del frente, llegamos a Quinto, primera
impresión , a la entrada del pueblo a la cuneta de la carretera había 4
soldados muertos, casas destrozadas, algunas humeando todavía, los animales
sueltos por las calles, atravesamos el pueblo y andando llegamos a orillas
del frente, a la estación de Pina y Ermita Banastre, aquí paramos
nos hicieron la comida comimos, al poco rato vino la aviación con intención
de bombardearnos, nos habían descubierto, pero la defensa antiaérea se lo
impidió, bombardearon el pueblo de Pina inmediatamente se dio la orden de
salir de allí y retroceder hasta Quinto, y fuimos a orilla del rió debajo
de una arboleda, aquí nos cogió la noche y dormimos, pasamos aquí el día
siguiente era el 29 de agosto de 1937 Y llegó el 30 se organizaron las escuadras, yo fui destinado a la escuadra del fusil ametrallador, me gustaba, aquello era una maquina, llegó la noche, orden de salida, formamos a la carretera y salimos andando, andamos unas horas, mucho cuidado, sin hablar ni fumar se nos ordenó, el enemigo estaba muy cerca, llegamos a primera línea, los que habría se marcharon, éramos el relevo que había llegado se montó la guardia, los que no entrábamos de guardia nos acostamos a dormir, al amanecer nos llaman y nos distribuyen por prisiones, yo fui destinado a una posición al mando del teniente Minguillón, éramos la 1ª sección, junto con nosotros estaba un pelotón de ametralladoras, no había trincheras, nada, pero estábamos resguardados, no sabíamos donde estaban las posiciones enemigas, se hizo de día empezaron a oírse los primeros disparos, “aquellos montes que se ven” ,nos dijo el teniente, “esta el enemigo”, bien, ya sabíamos donde estaba, emplazamos el fusil ametrallador y empezamos a trabajar, a hacer trinchera, era trabajar para nuestra propia vida, delante de nuestra posición se veían cadáveres, había también tres carros de asalto abandonados, hubo que ir a por comida y agua, era peligroso salir, salió una escuadra con precaución tenían que ir a unos dos quilómetros atrás donde estaba el mando del Batallón, regresaron con la comida y el agua sin novedad, la comida era un frío bote de carne, latas de sardinas, mermelada, pan y agua para beber. Comimos y siguió trabajando. Así
pasó el primer día de frente, era el 30 de agosto, de noche se montó la
guardia, había que salir unos Seguíamos
trabajando en fortificarnos, era la garantía de nuestra propia vida, ya
empezábamos a estar medio bien, y así fueron pasando los días con
tranquilidad, y llegó el día 10, yo estaba de guardia en el fusil
ametrallador de Fueron
pasando los días con relativa tranquilidad, ya había habido algunas bajas
en el Batallón, un muerto y varios heridos, llegó el día 15 día en que
tuvimos que cambiar de posición los que allí estábamos de la 4ª compañía,
ya que empezábamos a estar bien, cambio; no había que replicar, sino
obedecer llegó la noche y dejamos la posición, pues era peligroso salir de
día, caminamos unos 3 quilómetros y llegamos a la nueva posición,
emplazamos el ametrallador, se montó la guardia y me dispuse a dormir, la
posición estaba mas lejos del enemigo que la que habíamos dejado, no
estaba tan fortificada pero ya la fortificaríamos nosotros, eso no
importaba, no había tanto peligro, se podía salir a cualquier hora sin ser
vistos, había que trabajar, ser arregló la posición bhastante bien y así
fueron pasando los días, algunas veces fui a ver a mi cuñado Jaime pues
estaba cerca, y así llegó el día 26 de septiembre, día trágico,
a eso de las 3 de la madrugada llegó una orden al teniente, la orden era
que dejáramos la posición, llevándonos todo el material, pero que dejáramos
el equipaje, que fuéramos al puesto mando y de allí a reuniones con el
resto de la compañía, allá fuimos se veían preparativos, mucho material,
“eso es para dar un ataque”, dijimos nosotros, eso es para dar un
ataque, y así fue, llegamos donde estaba la compañía y nos pusieron a una
trinchera, preparados y esperar se dijo, cartucheras llenas y 4 bombas cada
uno, así lo hicimos, era casi de noche, allí esperamos, se hizo de día,
salió el sol, nosotros pensábamos, “ya no atacaremos, de día sería un
suicidio”, seguíamos esperando órdenes, empezó a nublarse el cielo,
negros nubarrones cubrían el firmamento, era domingo, vino el teniente con
esta orden: a la 8 disparará la artillería y vendrá la aviación y se hará
el asalto. Serían
las 7 ya nos despedimos de la vida cuántos iban a caer, o íbamos a caer
para siempre, todos estábamos callados y pensativos en espera de la hora
fatal, las 8, empezó a disparar la artillería, vino la aviación se dio la
orden de ataque, salimos todos de la trinchera, llovía un poco, aún no habíamos
corrido Llegamos
a la trinchera de la 3ª compañía, unos compañeros nos cogieron y nos
curaron, empezaba a dolerme mucho, tenia sed, mucha sed, me dieron agua,
gritos, llanto por todas partes, muertos, muchos heridos, nos pusieron en
una chabola a los heridos, llovía, yo miré por una aspillera el campo hasta
donde había llegado yo, muertos, muchos muertos, de mi sección habíamos
atacado 29, 18 habían muerto, los otros 11 estábamos todos heridos, había
que sacarnos de allí a los heridos evacuarnos al hospital, pero había que
esperar a la noche, de día no se podía salir, estaba la salida batida por
las armas enemigas, cuánto sufrimiento hasta la noche, de mi escuadra murió
uno, los otros estábamos heridos, por fin llegó la noche, amparados por su
manto oscuro, hasta el puesto socorro, los demás los sacaron con camillas,
el médico nos curó, la ambulancia nos esperaba ya una vez curados nos
subimos a ella y salimos hasta el puesto socorro de ¡Que enfermeras había! Que bonitas eran, teníamos nuestra cama limpia, nos acostamos a dormir, yo sufría por mi Catalina, que decirle, no pensaba decirle que estaba herido, ¡Que se habría figurado! Mi herida era leve y ella se habría figurado que me estaba muriendo, le diría que estaba en el pueblo de descanso; así lo haría, había que engañarle otra vez, ya había dicho a Jaime que no dijera nada a su casa, no diría nada, lo había visto salir herido de la trinchera quedé tranquilo no le había pasado nada, llegó el día 28, vino el médico nos vio las heridas, los que éramos leves nos quedaríamos allí mismo, los graves los llevarían a los Hospitales de Cataluña, que mala suerte, pero había que obedecer, y quedé hospitalizado allí, los mas graves se los llevaron, en fin fuera lo que fuera, yo no podía hacer nada solo obedecer, escribí a mi Catalina no le dije que estaba herido, le decía que estaba descansando, así estaría mas tranquila, yo no quería que lo supiera, más no fue así, lo supo, como, pues por las cartas que ella me escribía a la compañía y al no estar yo le eran devueltas con el nombre Hospital en el sobre, que sufrimiento seria el suyo, me escribió que le dijera la verdad, le contesté y le dije la verdad, ya sabia que estaba herido, estaba herido de una mano, no era nada, pero no podía servirme de la mano, las enfermeras me ponían la comida al plato, me cortaban el pan, lo que no podía hacer yo me lo hacían ellas, cada día por la mañana venia el médico a curarnos, después podíamos ir de paseo por el pueblo, era un pueblo pequeño, no tenia ningún atractivo que ver, así iban pasando los días, la herida se curaba poco a poco. Y
así llegó el día 17 de octubre, día en que sin estar curados nos dieron
el alta a unos cuántos y nos mandaron a Llegamos
ya de noche, nos dieron cena y cama para pasar la noche y el día siguiente
con el camión que llevaba el suministro a las trincheras, nos fuimos con el
hasta el puesto mando del Batallón, una vez allí nos presentamos al
Comandante, al vernos nos dijo, “y sin curar los mandan aquí?”, “sin
curar” le contestamos, bien, os vais a vuestras compañías y os presentáis
al capitán, y fui a ver a mis compañeros al verme me abrazaron, yo les
pregunté por mi ropa, no la habían encontrado, otros habían ocupado la
posición que nosotros habíamos dejado para ir al ataque, y lo habían
saqueado todo, yo lo había perdido todo, no tenia mas que lo puesto, los
compañeros me dieron una cama, cené y fuimos a dormir. Llegó
el día siguiente lo primero que hice fue ir a ver a Jaime al vernos nos
abrazamos y enseguida escribí a mi Catalina dándole cuenta que de nuevo
estaba en el frente, tendría un disgusto, pero yo no podía evitarlo, había
que sufrirlo, tenia la herida a medio curar, tenia que ir todos los días al
médico a curarme, llevaba el brazo en charpa, no podía hacer nada, ni
trabajar ni servicio de armas hasta que estuviera curado, así fueron
pasando los días hasta que llegó el día 29, día en que tuvimos que
cambiar de posición, salimos de noche a ocupar la nueva posición, yo me
quedé a una posición mas atrasada con el practicante de la compañía y el
cabo furriel aquí estuve tres o cuatro días fui reunirme con la compañía
y estuve yendo a curarme todos los días y sin hacer nada, hasta el día 26
de noviembre día en que yo pedí hacer servicio, pues la herida ya estaba
casi curada, lo pedí al capitán y me agregó a la escuadra del cabo Valls
y pelotón del sargento Capa, de noche yo hice guardia, me daba pena y vergüenza
que mis compañeros estuvieran todas las noches de servicio y yo acostado en
la chavola, y así empecé de nuevo a prestar mi servicios, la herida se curó
por completo, empezaba el frío a apretar, nos dieron ropa y capote, yo pedí
ropa a Catalina, de día solíamos ir yo y el cabo Valls al 2º Batallón
que estaba a la derecha nuestra, y allí encontré a uno de Vilasacra,
precisamente uno que conocía a mi Catalina, un tal Bufa casado con una
amiga de Catalina, hicimos amistad, me daba comida ya que ellos comían
mejor que nosotros, nosotros comíamos malísimamente y poco, teníamos que
salir de noche a recoger maíz y remolacha, lo torrábamos, y, que bueno
estaba, había tanta hambre, yo tenia suerte de que mi Catalina me mandaba
algún paquete de comida, sino me muero, así pasaron los días, sería el 9
o 10 de diciembre. Nos
relevaron y fuimos a descansar la segunda línea, aquí estuvimos unos diez
días y de nuevo fuimos a primer línea a relevar a unos compañeros que irían
a descansar de donde veníamos nosotros, era una posición nueva para
nosotros, pero estaríamos bien, había buenas chavolas, aquí
me hicieron cabo, llegó la noche y se montó la guardia, mi misión
era poner los soldados a mis órdenes al parapeto y de vez en cuando
recorrer los puestos, así lo hacia, así pasé unos días, el teniente de
la sección me puso de cabo encargado de ir a la cocina y recoger la comida,
y a por el agua para beber, no tenia mas misión que esta, yo y mi escuadra
no hacíamos servicio de armas, y así fueron pasando los días hasta que
llegó el día 11 de marzo de 1938, día que antes de amanecer llegó la
orden de abandonar la posición, de retirar, retiramos muy despacio y sin
hacer ruido y al llegar a la estación de Pina y Ermita Bonastre nos paran y
nos ponen en una trinchera, había que resistir allí, la 143 Brigada tenia
la misión de guardar la retirada a las demás fuerzas que retiraba todo
aquel sector, nos parapetamos, pasó el día 11 con tranquilidad. Llegó
la noche a las dos horas de haber obscurecido, se inició el primer combate,
no pasó nada, a eso de las 12 otro más fuerte, no pasó nada, antes de
amanecer otro intento más fuerte todavía, no pasó nada, llegó el día 12
transcurrió el día con tranquilidad, a la noche se montó como de
costumbre la guardia, seguía la tranquilidad, yo estaba durmiendo
tranquilamente al lado de los soldados de mi escuadra y a eso de las 11
llega la orden de retirada, recogimos todo el material y sin hacer ruido y
calladitos abandonamos las trincheras y formamos a la carretera, una vez
formados todos el capitán nos reúne a todos los que teníamos mando y nos
dijo: “estamos cerrados la única salida que tenemos es por el río y
tenemos que salir, si hacemos lo contacto con el enemigo hay que romper el
cerco para salir”, se rompió la marcha, era marcha fosada, quise decir a
todo lo que permiten las piernas, teníamos que andar 40 quilómetros en 5
horas, yo lo tiré todo, ropa, manta, capote, me quedé con lo puesto, los
demás igual, íbamos cansados, sudando, pero había que seguir atravesamos
Quinto, estaba evacuado no quedaba nadie pasamos Velilla, A
eso del día 20 ya de noche nos llaman y nos forman a la carretera, llegan
unos camiones y nos embarcan a ellos, “a dónde iremos?” nos preguntábamos,
haríamos falta en algún sitio, arrancaron los camiones, llegamos a
Bujaraloz y seguimos adelante, era noche oscura y no veíamos a dónde íbamos
la caravana seguía su marcha, por fin llegamos a sitio, a cosa de un kilómetro
se veían luces de ser un pueblo, “qué pueblo es ése?” preguntamos a
unos guardias de control que había dónde paramos, “Fraga” nos
contestaron, vaya, estamos a retaguardia, nos acomodamos a dormir a una casa
que había allí mismo, al día siguiente nos levantamos, coño, qué extraño
nos parecía aquello, mujeres bonitas, gente que iba al trabajo, pasamos
lista y el capitán nos dijo, “aquí pasaremos un mes, estamos de
descanso”, bien, yo hablé con Jaime mi cuñado y le dije “voy a
escribir a casa y quiero decirles que si quieren venir a vernos que pueden
venir”, “bien” me contestó y me puse a escribir, y les dije lo que
queda dicho, ¿vendrían? Seguro. Después
de eso yo y unos compañeros, propusimos hacer una buena comida, comprarnos
conejos y pollos, los arreglamos, los guisamos nosotros mismos y a comer,
vaya comida, nos hartamos a reventar, después se nombró la guardia, me tocó
a mi de cabo guardia, no podría ir al pueblo, tenía que estar de guardia
24 horas, monté los puestos, y así pasó el primer día, el día siguiente
fui relevado, y con otros amigos fui a ver el pueblo y comprar algo de
comer, el pueblo es bhastante grande y bonito, estuvimos un rato paseando y
así transcurrió el día, y así otro, estábamos encantados, el frente
estaba a unos ../... |
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