CAPÍTULO IX 
Mejoras que reclama el Establecimiento de las aguas minerales de Quinto.

CAPÍTULO X
Advertencia acerca de la venta de las aguas minerales de Quinto.

CAPÍTULO IX
Mejoras que reclama el Establecimiento de las aguas minerales de Quinto.


El edificio de la primera fuente, o sea Baño bajo, en lo esencial no necesita mejora alguna; pero sí debe considerarse como necesaria otra pila, o cuando menos prolongar la que actualmente existe, a fin de tener siempre mayor caudal de agua recogida, tanto para su exportación, como por si la concurrencia fuere más numerosa.

El edificio de la fuente segunda o Baño alto, se resiente de los pocos recursos con que se hizo la obra, no obstante del gran paso que entonces se dio para su regeneración, evitándose su ruina: con la prolongación de las cinco varas que se le dieron el año próximo pasado, no sólo se consiguió volver a utilizar un trozo de la veta más rica del manantial conforme se ha dicho, sino también impedir o cerrar el vicioso paso de los carros por encima del nacimiento de las aguas, que más o menos tarde hubiera cegado los conductos de las mismas; pero fuera también muy oportuno dar dos varas de amplitud al mismo edificio por la parte de O., a fin de separar el encañado contiguo a su pared y evitar por este medio que las aguas de lluvia, filtrándose por la base de la misma, llegasen con el tiempo a mezclarse con las de la fuente. Tampoco tiene su tejado la vertiente que le corresponde.

Convendría también construir otro receptáculo, o ensanchar el que existe, para que nunca, por mucha que fuese la concurrencia, llegue a escasear el agua.

Las subidas a una y otra fuente deberían tomarse en línea recta, desde el camino real por el centro de sus respectivas barrancas, formando un plano inclinado. Al uno y otro lado de ambas subidas podrían plantarse árboles, que harían muy pintorescos los edificios.

Además de los salones que actualmente existen, fueran de desear algunos otros en las inmediaciones de ambas fuentes, resguardados de los vientos, para los días en que reinan estos; pero el que debe considerarse como de mayor necesidad, es uno que atravesase desde el extremo izquierdo del salón antiguo hasta la segunda fuente, cortando diagonalmente el montecito intermedio, a fin de que al pasar los bañistas a repetir las tomas del agua, no tuviesen que vencer de frente el choque del aire N.O. que es el que más domina, y suele cortarles el sudor, lo que es muy perjudicial.

Fuera también muy bueno que se hiciesen algunos cercados en determinados puntos inmediatos a los salones, para que pudieran retirarse los bañistas a hacer sus necesidades.

Hace falta una casa fonda con las comodidades necesarias para los bañistas, que pudiera muy bien edificarse al pie de la subida de cualquiera de las dos fuentes, y aún mejor sobre el mismo montecito que se halla entre las mismas: las vistas entonces, conforme se ha dicho al hablar de los paseos, fueran más deliciosas, y hasta el mismo edificio sirviera de abrigo para los paseos de por la mañana, sin tenerse por otra parte que fatigar el bañista para subir a beber desde el pueblo.

La posada de propios podría también suplir la falta de aquella, si se habilitase para el efecto, pues sobre ser bastante capaz y susceptible de muchas mejoras, ocupa el mejor punto del pueblo.

Finalmente sería muy ventajoso se estableciese un servicio de carruajes fijos y cómodos cuando menos desde Zaragoza; porque las horas y modo de viajar, no es lo que menos influye en el buen resultado de las aguas.


CAPÍTULO X
Advertencia acerca de la venta de las aguas minerales de Quinto.


Hasta hace pocos años la escasez de tan recomendables aguas y empeño con que eran demandadas, pudo prestar ocasión a los arrendatarios y bañeros para los fraudes y manejos que en otros tiempos se les atribuyeron, ya adulterando las aguas, ya vendiéndolas clandestinamente y a precios increíbles; dando pie por otro lado a que los conductores aprovechasen a la vez la misma ocasión, bien para hacerlas pagar a su arbitrio, bien tomándola de otras fuentes o arroyos, con grave perjuicio de los enfermos.

Afortunadamente desde la creación de las plazas de aguas minerales y baños, pudieron velar los Médicos directores sobre un asunto de tanta consecuencia; y habiéndose acordado después por disposición de las autoridades superiores que se librase certificación o diese papeleta impresa y firmada por el respectivo Médico director, en que se expresara el nombre del conductor del agua, la cantidad de la misma, el punto para donde era, y el tanto que por la misma hubiese satisfecho según tarifa, se evitaron en lo posible los indicados abusos; pero no debieran olvidarse nunca los interesados al recibir el agua, de recoger dichas papeletas de los conductores, para su mayor satisfacción y evitar que pudieran servirse de ellas otra vez.

En el día, a pesar de que con la restauración de los conductos primitivos hay suficiente agua para todo, se cuida con la mayor escrupulosidad y vigilancia de que los bañeros y arrendatarios no tengan más intervención que en el despacho del agua, ni que puedan exigir bajo ningún concepto ni un solo maravedí más de lo que está prescrito por tarifa; porque además de las certificaciones o papeletas indicadas, se anota diariamente la cantidad de agua que se expende en los términos que expresan aquellas, para poderse comprobar en todo tiempo la exactitud o fraude, si fuere necesario.

Otra advertencia debe tenerse muy presente al enviar a buscar el agua, y es que las sean de vidrio y forradas de esparto; y cuando esto no sea posible, que las cántaras estén bien acondicionadas y sin haber servido para otros líquidos u otras cosas que puedan alterar el agua mineral; procurando siempre que las bocas vayan bien tapadas con corchos o tarugos de madera, y nunca con trapos u otras cosas que permitan se trascuele el agua, mayormente si se cubren, como suele hacerse con sobrada frecuencia, con barro de las mismas fuentes; debiéndose procurar así mismo, el no andar en las horas de más calor ni dejar expuestas las vasijas al sol, tanto para impedir la evaporación del agua como los cambios de su temperatura.

Por último, deberá conservarse el agua en sitios que tengan la temperatura de catorce a diez y siete grados del termómetro Reaumur, o sea de diez y ocho a veinte y dos del centígrado, que es la de los manantiales.

 

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