Historia del Piquete de Quinto |
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Madoz, en su Diccionario Geográfico, recoge la fecha del año 1429 para la construcción de esta iglesia sin que sepamos la fuente utilizada, casi siempre procedente de información local. Francisco Abbad, en el Catálogo Monumental de la Provincia de Zaragoza, menciona esta misma fecha de 1429, probablemente tomada de Madoz. De cualquier forma puede admitirse que la fábrica mudéjar de la iglesia parroquial de Quinto se realizaría en las primeras décadas del Siglo XV, cronología que conviene a sus características artísticas, como se verá más adelante. |
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Según J. Carlos Escribano Sánchez, la iglesia de Quinto formaba parte de un conjunto mayor, “La Corona”, de carácter defensivo, que puede asimilarse al castillo de la población. El templo se conserva, no obstante, con casi todos sus elementos importantes, salvo el pórtico y sacristía, perdidas, y el atrio, que no se reconoce. Se inicia su construcción hacia 1.414, no conservándose restos de edificio anterior, el cual amenazaba ruina en 1.401. Es un importantísimo monumento mudéjar, con obras correspondientes, como se verá, a dos ampliaciones en época barroca. Muestra en la portada los escudos de D. Fadrique de Aragón (desposeído de la baronía de Quinto en 1430), de Benedicto XIII, papa Luna, (1.394-1.424), y del arzobispo de Zaragoza, D. Francisco Clemente Pérez (toma posesión en 1.414, y aunque promovido a Barcelona vuelve en 1.429, año de su muerte). La cronología de la obra puede fijarse por tanto entre 1.414-1.424. Otra noticia de interés algo posterior, proporcionada por el mismo Espés, permite algunas hipótesis. En efecto, el día 14 de Agosto de 1416, ya en el episcopado de don Francisco Clemente Pérez, relata el puntual cronista: "los de la Villa de Quinto en este tiempo, con la gran devoción que siempre han tenido y hoy tienen a la gloriosa Santa Ana, celebraban con mucha solemnidad su fiesta y, para que la devoción fuese en aumento, de licencia del Arzobispo, a 14 de Agosto erigieron un altar de Santa Ana bien labrado en la iglesia parroquial de aquella Villa" (cfr. Espés, op. cit., vol. II, fols. 584 y 604 v.). Parece desprenderse de estas noticias que la fábrica mudéjar podría iniciarse con posterioridad al año 1401 en que se consignan de nuevo las primicias a la parroquia habida cuenta de que la anterior fábrica se hallaba, como se ha dicho derruida. Por otro lado, la segunda noticia, correspondiente al año 1416, permite suponer que para esta fecha la fábrica mudéjar, estaría ya concluida puesto que los parroquianos andaban solicitando licencias para levantar un altar a Santa Ana.
El templo se organiza a partir de un espacio único,
sin interrupciones, limitado simplemente por muros, rotos tan solo por la
apertura de capillas o los ventanales. Este espacio se cubre con bóveda
de crucería, sirviendo de soporte más decorativo que real unas
columnillas en el ábside. (En la nave los soportes han sido sustituidos
por otros modernos, pero debieron ser retropilastras sirviendo de base a
una semicolumna). Sobre la bóveda de las capillas laterales se
organiza un ándito accesible desde las torres, pero incomunicado en
origen en el ábside.
Sobre las capillas laterales y las del tramo recto, a ambos lados de la nave, va el piso de tribunas, a las que se accede desde las torres, la mayor situada en el lado sur y otra más pequeña frente a ella en el lado norte. La torre principal, en el lado sur, que originariamente quedaba a los pies de la iglesia, por el exterior consta de tres cuerpos originales, el primero sin decoración, el segundo con interesantes paños a base de lazos de ocho y el tercero de vanos, con arco apuntado, recuadrado en alfiz y orlado por lazos de cuatro octogonal. El último cuerpo de vanos es un añadido del Siglo XVI. Su interior en escalera de caracol, construida de forma oval con increíble precisión que la hacen de “amable subida”, es similar a las torres de los pies de la iglesia de San Félix en Torralba de Ribota y a las de la desaparecida iglesia de San Pedro Mártir de Calatayud, que se construía en el año 1414.
En el resto del edificio, el sistema ornamental es sencillo y estandarizado, con idénticos elementos a los que aparecen en construcciones similares del valle medio del Ebro: doble línea de impostas interior y exterior, construcción de pinjantes, esgrafiado interior y en elementos destacados exteriores, y atención casi exclusiva en la decoración en la torre, portada y ventanales. Las líneas de impostas interiores se construyen con una nácela, resaltada en los lugares donde se cruza con semicolumnas con capitelillos semioctogonales en la línea superior y semicilíndricos en la inferior. En las capillas del ábside se acusa también el inicio de la línea de impostas con mensulillas semioctogonales. Las líneas de impostas exteriores, que sostienen el voladizo de los tejados de la galería y de la nave, se construyen con una línea de modillones y cornisa, bajo la que se sitúa una línea de esquinillas. El interior se enluce completamente, como también las roscas de los ventanales exteriores y probablemente de fondos de la decoración de la torre. Sobre el enlucido se ejecuta esgrafiado, bien en forma de “Opus quadratum”, en esquinas y roscas de arcos, o bien en forma de agramilado. No se conserva la policromía original en una primera apreciación. Los nervios tienen forma de triple bocel, y están también esgrafiados en “quadratum”. Las claves se rodean de un encintado y mostraban motivos heráldicos, hoy perdidos.
Los ventanales, tanto interiores como exteriores, se cierran con yeserías y alabastro, presentando la rosca en bocel o nácela alternativamente. Sólo se conservan dos ventanales, uno interior y otro exterior, y los restos del arranque de algunos más. En ambos casos el ventanal se subdivide en tres partes por medio de columnillas octogonales culminadas en arquillos, y entre estos el arco en que se inscriben se sitúa un óculo; en el conservado al exterior todos los motivos son tracerías, y en el del interior el óculo es el habitual rosetón de ocho sectores; los arquillos en este caso son trilobulados y se encuentran bajo otros peraltados, anudándose todo el conjunto. Una vez más hay que referirse a las yeserías de los ventanales de Yobed o Santa María de Magallón; el Piquete de Quinto comparte también todo el programa decorativo de estos templos. Se trata, pues, de una iglesia con tribunas de las que presentan abside poligonal, pero a diferencia de las iglesias de Montalban y de San Pedro de Teruel no tiene tribunas en los tres lados del abside, caso similar al de la Magdalena de Zaragoza, aunque había aquí una angosta comunicación.
Segunda fase constructiva.- Fechada a mediados del siglo XVI, respeta la planta del edificio, modificando tan sólo algunos aspectos del alzado o la decoración. La obra consistió básicamente en añadir una galería superior que circundase el templo por encima de las bóvedas de la nave central, modificar las capillas y probablemente añadir un cuerpo superior de campanas a la torre. La galería superior muestra dos formas distintas: sobre el ábside los arquillos son apuntados; en el resto de la nave los arcos se doblan y se señalan con un escaso saliente del salmer. La galería del ábside es anterior a la de la nave, a pesar de que las obras no debieron ser muy distantes. Las capillas no fueron modificadas tampoco a la vez, y probablemente sufrieron cambios conforme las familias propietarias lo decidieron. En el ábside se colocan portadas a las capillas, mientras en las demás sólo se renovaron las bóvedas. Las portadas siguen el esquema del arco de triunfo rematado; en el lado de la epístola se remató con un frontón triangular, mientras el del evangelio seguía otro tipo más caprichoso. El centro del frontón lo ocupa en ambos casos un motivo heráldico con las armas de los propietarios, mientras que frisos, cornisas y pilastras siguen los tradicionales grotescos, y en las albanegas del arco se sitúan tondos con bustos de personajes, en este caso masculinos. En la portada del lado de la epístola el friso se decora con danza de niños, y se flanquea con bustos de dos personajes más. Las bóvedas son estrelladas, pero la de la primera capilla del lado del evangelio es posterior a la portada. En resumen las obras de esta segunda fase constructiva, que pueden asimilarse al Renacimiento, son un conjunto dispar tanto en cronología como en formas. Probablemente el grueso de estas reformas se feche a mediados del siglo XVI, las portadas de las capillas en las dos primeras décadas de la segunda mitad, y presumiblemente se vieron completadas con otras hoy desaparecidas, de lo que da idea una clave pinjante decorada con motivos heráldicos que esta situada en el segundo tramo. Tercera fase constructiva.- En época moderna la iglesia resultaba pequeña para la población, como se corrobora en un mandato pastoral de 3 de Enero del año 1595, en el que se ordena la ampliación de la iglesia "lo que fuere menester, para que sea capaz para todo el pueblo". Esta ampliación tan necesaria no se iniciaría hasta el año 1686, concluyéndose tras una interrupción entre 1696 y 1697, siendo maestro de obras Joseph Bardaxi, de la Ciudad de Zaragoza (véase en el Archivo Parroquial, Cinco Libros, Tomo tercero, 1644-1695, fols. 97 r. a 100 v.). Esta ampliación de la nave consistió en añadir dos tramos más a la obra primitiva, consiguiendo así un edificio de cuatro tramos, mas el de la cabecera. Se utilizan idénticas proporciones a las anteriores en el tramo central, y el de los pies se construye algo más corto. Los soportes son idénticos a la obra medieval, salvo en la ornamentación, y las bóvedas imitan las primitivas. Sólo los ventanales, de arcos rebajados, son claramente distintos. En el exterior se aprecian más las diferencias, puesto que esta ampliación esta realizada en ladrillo aparejado totalmente a tizón, como corresponde a la época y ninguna de las galerías se continúa desde la fábrica primitiva. Las capillas, cuadradas y cubiertas con cúpulas sobre pechinas, tienen una mayor autonomía espacial que las primitivas. Por fin la portada se coronaba con un pórtico hoy desaparecido, siendo esta parte la única que revela un claro diseño barroco. En el tramo de los pies se situaba un coro alto y tribunas para coro y órgano en el anterior a él, pero quedan pocos restos de esta obra. El sistema ornamental de esta fase es sencillo, limitándose a las pilastras que separan los tramos y la línea de impostas -un friso- que separa el nacimiento de las bóvedas. Las capillas tienen algo más de decoración, sobre todo en la cúpula y su linterna, pero siempre en forma de molduras; salvo algún remate vegetal, lo fundamental de la ornamentación debió ser pintado, como demuestran algunos restos. Última ampliación.-
La parroquia de la Asunción, emplazada en La Corona, el lugar más prominente de la población, sufrió con gran rigor el conflicto bélico, estando expuesta a los constantes efectos de la artillería, los cuales produjeron serios desperfectos en todos los elementos del edificio: muros, galerías, tejados, pórtico, etc., especialmente en la cara Oeste de la torre que quedó totalmente destrozada. Un rayo caído en la postguerra completó la labor destructora de aquella, destruyendo el cuerpo de la torre. Finalizada la guerra civil, se toma la determinación de no reconstruir la iglesia, con objeto de dejar patente y de forma continuada los efectos de la misma sobre ella, previéndose la construcción de una nueva parroquia en la parte baja del pueblo, dejando abandonado el Piquete. La falta de medios económicos impide que se lleven a
cabo estos proyectos de forma inmediata, por lo que debe acometerse una
reconstrucción de urgencia de la vieja parroquia, reparándose la
cubierta y cerrando los boquetes que afectaban directamente al interior
del templo, especialmente los de la portada barroca (fachada Oeste). En la década de los años 50, al inaugurarse en la parte baja del pueblo, junto a la carretera, la parroquia nueva, la vieja se cierra definitivamente al culto, siendo usada como silo de cereales, realizándose una nueva solera de hormigón, una vez destrozado el pavimento antiguo al no soportar el peso de los camiones que entraban en la iglesia. La fachada Oeste, corresponde a los pies de la iglesia, presenta un buen estado físico, aunque posee diversas superficies con diferente entonación que el conjunto, al haber sido reparada en la postguerra con materiales inadecuados. El pórtico barroco ha desaparecido, aunque se conservan sus trazos y alguna fotografía del mismo que permitiría su reconstrucción. La fachada Sur, la más importante de todas, sufre diversos daños de guerra en sus muros, especialmente en la galería de arquetes, en la ventana central del ándito y en la parte superior del matacán (estos dos últimos daños acaban de ser reparados el pasado mes de Marzo del presente año 1.996). El matacán desapareció con anterioridad al presente siglo, pero aún conserva los modillones de su base y los arranques de sus muros, por lo que resultaría fácil su reconstrucción. También se conserva el arranque de una de las yeserías de las ventanas del ándito. La cubierta del edificio se encuentra en buen estado, gracias a la restauración de la misma realizada en 1.993. Una interesante portada abre al lado sur el arco carpanel sobremontado por arco apuntado, con tímpano para tres esculturas desaparecidas y con armas en el tímpano y en las enjutas exteriores del arco, cuya lectura permitirá mayores precisiones cronológicas. Sigue el habitual sistema de dos arcos, el superior, apuntado y con alfiz; el inferior rebajado. La ornamentación se concentra en los arcos propiamente dichos, moldurados en bocel y nácela y con capiteles, en las albanegas del arco superior también, pero los escudos de espacio entre los dos arcos se rodean de florones cuadrifolios. Todos los motivos de la portada son habituales en iglesias de los siglos XIV y sobre todo del XV, la heráldica viene a confirmarlo, bajo la hornacina central se sitúa el escudo del papa Benedicto XIII.
Los ventanales, tanto interiores como exteriores, se cierran con yeserías y alabastro, presentando la rosca en bocel o nácela alternativamente. Sólo se conservan dos ventanales, uno interior y otro exterior, y los restos del arranque de algunos más. En ambos casos el ventanal se subdivide en tres partes por medio de columnillas octogonales culminadas en arquillos, y entre estos el arco en que se inscriben se sitúa un óculo; en el conservado al exterior todos los motivos son tracerías, y en el del interior el óculo es el habitual rosetón de ocho sectores; los arquillos en este caso son trilobulados y se encuentran bajo otros peraltados, anudándose todo el conjunto. Una vez más hay que referirse a las yeserías de los ventanales de Yobed o Santa María de Magallón; el Piquete de Quinto comparte también todo el programa decorativo de estos templos.
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Trabajo resumen de lo editado sobre "El Piquete de Quinto", por los siguientes autores: - Diego de Espés (Historia de la Ciudad de Zaragoza) - Madoz. (Diccionario Geográfico) - J. Carlos Escribano Sánchez. - Gonzalo M. Borrás Gualis "Arte Mudéjar Aragonés" - Archivo Parroquial de Quinto. - Memoria descriptiva del proyecto de restauración, encargado por la D.P.Z.- Manuel Alcaine | |||||||