Antonio García de Villalpando
Trabajo realizado por Ana Isabel Carrasco Manchado
(Univ. Complutense de Madrid)
1. INTRODUCCIÓN
La Fundación Lázaro Galdiano de Madrid custodia en su Biblioteca
un manuscrito del siglo XV único y original: el Razonamiento de las
Reales Armas de los Reyes Católicos
[1]. El códice contiene la extensa obra que Antonio de Villalpando
dedicó a Isabel y a Fernando en fecha que no se indica, aunque, por
indicios textuales, podemos datar la obra en la década de 1482 a 1492,
pues sin duda fue terminada antes de culminar la conquista de Granada. Se
trata de un manuscrito lujoso escrito en letra gótica libraria y adornado
de letras iniciales capitales miniadas, encuadernado en piel con bella
encuadernación mudéjar. No cabe duda de que, dadas sus características
materiales, era éste el ejemplar destinado a los reyes. No se conoce otro
ejemplar. La propia obra resulta prácticamente desconocida para los
estudiosos de la literatura y de la historia cultural del período, hecho
que no deja de llamar la atención, por tratarse de los Reyes Católicos. El
nombre de su autor, Antonio de Villalpando, aparece en el mismo prólogo
dedicado a los reyes y podemos identificarlo con total seguridad con el
canónigo de Toledo Antonio García de Villalpando. Este escritor
aparece en los repertorios bibliográficos como autor de una obra impresa
en el año 1500 titulada Instrucción de la vida cristiana, impresa
en Toledo, el 25 de febrero de 1500 por Pedro de Hagenbach, de la cual
parece que no se conserva ningún ejemplar
[2]. Hasta la fecha nadie había asociado a los autores de estas dos
obras, por razones obvias: ningún estudioso de la literatura se ha ocupado
del manuscrito del Razonamiento (ciertamente, el estilo árido e
intrincado de Villalpando, que podemos calificar de "anti-literario", no
parecía invitar a ello) y la Instrucción se halla en paradero
desconocido. Nuestras investigaciones han permitido identificar al autor
del Razonamiento con el mismo autor que escribió la Instrucción
de la vida cristiana por encargo del Cardenal Cisneros: el doctor
Antonio García de Villalpando, que a la altura de 1500 ostentaba el
cargo de visitador del arzobispado de Toledo. Ésta y otras cuestiones
serán publicadas en el estudio introductorio de la edición del
Razonamiento de las reales armas de los Reyes Católicos que estamos
preparando en la actualidad
[3]. Hasta entonces, sirvan de avance estas breves notas que aquí
exponemos sobre la vida y la obra de este autor que vivió durante el
reinado de los Reyes Católicos.
2. DATOS PARA LA BIOGRAFÍA DE ANTONIO GARCÍA DE
VILLALPANDO
Las primeras noticias de la vida de este autor las encontramos en
el texto del Razonamiento de las Reales Armas. En dos ocasiones el
autor alude a sí mismo: la primera, en el prólogo dedicado a los reyes, en
el que consigna su nombre y el cargo que ocupaba en esa época en la corte,
un cargo religioso vinculado a la capilla real: "Su
muy humill siervo e orador Antonio de Villalpando, menor de los capellanes
de las grandes capillas de sus altezas" [Razonamiento, fol. 1r].
Casi al final de la obra vuelve a hablar de sí mismo y alude, además, a la
larga trayectoria de servicio en la corte que su padre y otros familiares
ejercieron:
Soy, allende d’esto, a servir deudor muy perpetuo e obligado,
porque mi padre y los anteçesores d’él, con ofiçios de letras y en el
exerçiçio de las armas y de confiança grand, sirvieron en ésta su muy
real y muy grande casa de Castilla, y otros mis tíos, sus hermanos, y
los dependientes de su generaçion, en la su muy real e muy grande de
Aragón, en el tienpo ya de muchos días pasado y agora en el muy çercano
a nuestros días, quando estavan presentes los muy grandes e muy
poderosos prínçipes, reyes e señores, nuestros señores los reyes de
memorias bienaventuradas e gloriosas, proginitores de vuestras
magestades que pasaron a la gloria, de cuyas magnifiçençias reales
resçibieron muchas merçedes que oy en Castilla e en Aragón se conosçen y
paresçen [Razonamiento, fols. 290v-291r].
Así pues, el Razonamiento aporta dos datos muy importantes
para identificar a su autor: su profesión en el momento de escribir la
obra y su vinculación personal y familiar con la Casa Real. Rastreando una
y otra pista hemos obtenido los resultados que sintetizamos en los dos
apartados siguientes.
2.1. Orígenes familiares de Antonio García de Villalpando
La Colección Salazar y Castro, de la Biblioteca de la Real
Academia de la Historia, aporta información suficiente para identificar a
la familia de los Villalpando, familia que tiene su origen en la villa del
mismo nombre, en Zamora. El abuelo de Antonio de Villalpando fue el doctor
Francisco García de Villalpando, un caballero de Toro (Biblioteca de la
Real Academia de la Historia, Ms. 9/815, fol. 201r). El doctor Francisco
García tuvo dos hijos que siguieron la profesión letrada de su padre, Ruy
García de Villalpando y Sancho García de Villalpando. Éste último, el
doctor Sancho García, es el padre de Antonio de Villalpando.
Encontramos al licenciado Ruy García de Villalpando, tío paterno
de Antonio, ejerciendo el cargo de oidor de la Audiencia Real, al menos,
entre los años 1426 y 1435 (Biblioteca de la Real Academia de la Historia,
Ms. 9/805, fol. 270v y 9/812, fol. 55v). En 1444 seguía cobrando como
oidor de la Audiencia Real (ArchivoGeneral Simancas, Mercedes y
privilegios, legº1, fol. 178). Ruy García de Villalpando era, además,
regidor en la villa de Toro. En fecha indeterminada, parece ser que huyó
al reino de Aragón a causa de un asesinato cometido siendo regidor de
Toro, en el transcurso de una discusión sobre ciertas peticiones del rey.
El rey de Aragón lo acogió en su servicio y le otorgó mercedes, a él y a
sus hijos. Ruy García había tenido dos hijos de un primer matrimonio con
Catalina Rodríguez: Francisco y Juan. Hay constancia de la participación
de su primogénito, Francisco, en la batalla de Ponza, en 1435. Pero en
1455 murió el primogénito de Ruy García y su segundo hijo, Juan, se
convertirá en el heredero de los bienes que su padre había conseguido en
tierras aragonesas como premio por sus servicios a la corona. Ruy García
fue consejero de Juan II, rey Navarra y de Aragón, y su mismo hijo, Juan
de Villalpando, ostentó el cargo de maestresala del rey. En 1447, Ruy
García otorgó una escritura de fundación del mayorazgo de Estopiñán, en
Huesca, a favor de su hijo Juan de Villalpando (Biblioteca de la Real
Academia de la Historia, Ms. 9/815, fols. 201-203v). Esta escritura está
otorgada en la villa de Toro, lo cual quiere decir que Ruy García volvió a
Castilla, dejando a su hijo en el reino de Aragón. Juan de Villalpando,
que se había convertido ya en el segundo señor de Estopiñán, siguió
sirviendo al rey de Aragón hasta el punto de convertirse en mayordomo y
consejero real y obtener numerosas mercedes y otros señoríos en tierras de
Gerona. Casó con Contesina de Funes y añadió a sus señoríos la baronía de
Quinto. Sus herederos consiguieron de Carlos I, en 1518, el ansiado
privilegio de nobleza. A partir de entonces, y con el correr de los
siglos, consiguieron entroncar con Cristóbal Portocarrero, conde de
Montijo
[4]. Éste es el origen de la casa de los Villalpando aragoneses, los
tíos y primos de Antonio de Villalpando, de cuya fidelidad a la corona se
jacta en su Razonamiento de las reales armas.
En Castilla, Ruy García, tío de Antonio, siguió ejerciendo como
oidor de la Audiencia Real, alcanzando el reinado de Enrique IV
(Biblioteca de la Real Academia de la Historia, Ms. 9/829, fols. 125-126).
Su hermano menor, Sancho García de Villalpando, padre de Antonio de
Villalpando, entró también a formar parte del círculo de oficiales de la
corte de Juan II. En 1435 Sancho García figura como oidor de la Audiencia
Real (Archivo General Simancas, Mercedes y privilegios, legº 1,
fol. 648). En 1440, el doctor Sancho García de Villalpando ejercía como
Contador mayor de Cuentas, oidor de la audiencia real y consejero real
(Archivo General Simancas, Mercedes y privilegios, legº 120, fol.
2). El oficio de Contador mayor lo siguió ejerciendo hasta 1464, ya en
tiempos de Enrique IV, fecha en que renunció a favor de uno de sus hijos,
Juan de Villalpando. Durante todos esos años fue acrecentando los bienes
familiares con la obtención de juros (Archivo General Simancas,
Mercedes y privilegios, legº 120, fol. 2) y con la adquisición por
compra de diversos lugares y villas (por ejemplo, Berzosa y Fuentebureba,
en Burgos, que fue comprada a Diego López de Estúñiga y a Leonor Niño )
(Biblioteca de la Real Academia de la Historia, Ms. 9/808, fol. 282). La
más preciada de estas adquisiciones parece ser la de la villa de
Villamizar, en León. Sancho García de Villalpando, señor de Villamizar,
pretendía así ir ascendiendo escalafones en la hidalguía, como tantos
otros hombres de su tiempo que utilizaban su carrera administrativa en la
corte para llegar a la nobleza (Tabla genealógica de la familia
Villalpando, que fue señora de Villamizar, Bibliteca de la Real
Academia de la Historia, Ms. 9/306, fol. 133v). Pero no tenemos constancia
de que los Villalpando de Castilla tuvieran tanto éxito como los parientes
que se afincaron en Aragón.
Sancho García de Villalpando estaba casado con Constanza Núñez de
Toledo y tuvieron, al menos, cinco hijos: Francisco, Marina, Juan, Diego y
Antonio. El nombre de todos ellos aparece en un documento sobre la
herencia del doctor Sancho García, que en 1475 ya había fallecido
(Biblioteca de la Real Academia de la Historia, Ms. 9/808, fol. 282r-v).
Juan de Villalpando –tal vez el hijo mayor, homónimo de su primo aragonés-
sucedió a su padre en la Contaduría mayor de cuentas. Durante el reinado
de Enrique IV cobraba además como doncel, guarda real y escribano de las
rentas del infantazgo de Valladolid (Archivo General Simancas, Cámara
de Castilla, legº 30). El hijo del doctor Sancho García parecía
estrechar el cerco de la proximidad al rey. Podría haber indicios de la
participación de Juan de Villalpando en la vida cortesana, si es que es
posible atribuirle ciertos poemas de cancionero, escritos a la altura de
1470, que se han conservado atribuidos a un Juan de Villalpando
(Véase BETA, MANID 121). Pero las circunstancias políticas de la época
eran lo suficientemente peliagudas como para cortar de raíz muchas
ambiciones. Queda por investigar la posición política de estos Villalpando
durante las contiendas civiles que arrastró Castilla desde la época de
Juan II. El hijo del doctor Sancho García, que seguía siendo contador
mayor de cuentas en noviembre de 1476 (Biblioteca de la Real Academia de
la Historia, Ms. 9/808, fol. 282r), pudo haber sucumbido en 1479, si es
que podemos identificarlo con el Juan de Villalpando mencionado por
Pulgar en una carta enviada al obispo de Coria, deán de Toledo:
Certificos, señor, que podría bien affirmar que los juezes no
ahorcan oy un ombre por justicia por ningún crimen que cometa en toda
Castilla, aviendo en ella asaz que lo merescen, como quier que algunos
se ahorcan por injusticia. Dígolo porque poco ha que Juan de Ulloa en
Toro enbió a las casas del licenciado de Valdivieso e de Juan de
Villalpando, e los ahorcó de sus puertas. Estos eran de los más
principales de la ciudad. Todos los otros cavalleros de Toro, sabido
esto, con sus parciales y allegados huyeron e desampararon la ciudad.
(Carta al Deán de Toledo escrita el 16 de junio de 1479)
[5]
De los otros dos hermanos varones de Antonio de Villalpando
[6], nos interesa destacar a Francisco de Villalpando, pues siguió,
como Antonio, la carrera eclesiástica. Francisco de Villalpando, mayor que
Antonio, fue canónigo en las iglesias de León y Astorga. Desde 1457
cobraba como capellán en la capilla real de Enrique IV
[7]. En torno a 1475, el doctor Francisco de Villalpando era arcediano
de Mayorga (León) (Biblioteca de la Real Academia de la Historia, Ms.
9/808, fol. 282). Muy avanzado el reinado de los Reyes Católicos, en 1501,
permanecía todavía vinculado a la corte
[8]. Parece lógico pensar que fue Francisco de Villalpando quien guió
a su hermano Antonio hacia la carrera eclesiástica, introduciéndolo en la
corte y tal vez consiguiendo para él un puesto de capellán real.
2.2. Antonio García de Villalpando y su carrera eclesiástica
La primera mención que hemos encontrado de Antonio de Villalpando
lleva la fecha de 1473 y se halla copiada por Salazar y Castro a partir de
un documento de dicha fecha firmado en Berzosa y en Fuentebureba. Se trata
de la toma de posesión de estas villas que habían pertenecido a su padre,
ya difunto. Antonio de Villalpando aparece avecindado en Ledesma
(Biblioteca de la Real Academia de la Historia, Ms. 9/808, fol. 282r). En
1480 encontramos otra mención, esta vez referida a la herencia de su
madre, Constanza Núñez de Toledo (Archivo General Simancas, Mercedes y
privilegios, legº 120, fol. 2). En esta época, Antonio no parece
todavía mantener ninguna vinculación con la iglesia.
2.2.a. Antonio García de Villalpando, capellán real. Escribe el
Razonamiento de las reales armas de los Reyes Católicos
La primera noticia que revela su pertenencia a la Iglesia es la
aportada por el propio Antonio de Villalpando en el Razonamiento de las
Reales Armas que dedica a los Reyes Católicos, en cuyo prólogo se
declaraba capellán real. Hay que anotar que esta obra no tiene
fecha que permita datar su composición, aunque, puesto que el tema de la
obra es la moralización del escudo de armas de los Reyes Católicos y
teniendo en cuenta que falta la Granada que fue añadida tras la conquista
del Reino nazarí, la fecha límite puede establecerse en 1492; la fecha
inicial puede situarse en 1482, pues ciertas alusiones revelan que la
Guerra de Granada ya había comenzado. En el estudio que precederá a la
edición que preparamos intentaremos afinar más la fecha de composición de
la obra. Sabemos que en 1485 había en la Capilla Real un Villalpando,
según aparece en las Cuentas de Gonzalo de Baeza, en donde se
consignan varios pagos relacionados con la adquisición de ornamentos
religiosos y otros accesorios litúrgicos para surtir las nuevas iglesias
consagradas en Ronda y Marbella
[9]. Antonio de Villalpando habría participado personalmente, con el
resto de la capilla real, en el combate contra la Granada musulmana. En el
Razonamiento hay alusiones a la necesidad de emplear cualquier
medio para acabar definitivamente con el Islam; la actitud de Antonio de
Villalpando es sumamente beligerante, pues no duda en recomendar a los
reyes la utilización de la plata de las iglesias y de los bienes que
custodian los propios judíos y mudéjares en sus sinagogas y mezquitas,
para financiar una empresa que él considera "justísima" (Razonamiento,
fol. 3v). Pero el aliento de la lucha contra el Islam no le es suficiente,
pues recomienda expulsar a los judíos y a los mudéjares que habitaban en
la Corona de Castilla. El perfil ideológico de Antonio de Villalpando se
dibuja ya en esta época como teñido por la más implacable intransigencia y
ortodoxia. No hay duda de que, con esta obra, Antonio de Villalpando
pretendía hacer méritos a los ojos de los monarcas para promocionarse en
la corte y en su carrera eclesiástica.
2.2.b. Antonio de Villalpando, provisor en el obispado de Osma
Los siguientes datos que hemos encontrado sobre este autor
desconocido son de la década de los noventa del siglo XV. En 1491 aparece
citado como el doctor Antonio García de Villalpando (Archivo
General Simancas, Registro General del Sello, 1491-07-20, fol.
159), lo cual quiere decir que, al menos desde 1485 hasta esta fecha, se
dedicó a conseguir el título de doctor, siguiendo el ejemplo de su abuelo
Francisco García, su tío Ruy García, su padre Sancho García y su hermano
Francisco García. En 1491, Antonio García de Villalpando era provisor del
obispado de Osma. En ese mismo año pierde una canongía que tenía en la
iglesia catedral de Segovia, por motivos que desconocemos (Archivo General
Simancas, Registro General del Sello, 1491-07-20, fol. 159). Hay
que recordar este dato porque, no muchos años después, en 1499, volverá a
perder otra canongía a la que aspiraba, en ese caso en la catedral de
Toledo.
De su actividad en el obispado de Osma hay alguna noticia
interesante. En 1491, y de acuerdo con sus funciones de provisor, levanta
autos contra el fraile dominico Francisco de Aranda, a quien ordenó
prender por haber predicado en Aranda de Duero, con permiso de su prelado,
el prior de Peñafiel, "ciertos sermones" que el provisor debió considerar
algo heterodoxos (Archivo General Simancas, Registro General del Sello,
1491-07-26, fol. 112). Esta labor de censor eclesiástico vuelve a
confirmar la firme voluntad del autor del Razonamiento de velar por
la ortodoxia cristiana.
2.2.c. El doctor Antonio García de Villalpando en el arzobispado
de Toledo
En 1498 encontramos por primera vez al doctor Antonio García de
Villalpando en Toledo, entre las personas más próximas al recién nombrado
arzobispo de Toledo, el cardenal Francisco Jiménez de Cisneros. Ostentaba
entonces Villalpando el cargo de vicario general del arzobispado de
Toledo. Juan Vallejo cuenta cómo el cardenal, en 1498, parte de Toledo
hacia Zaragoza, dejando en el arzobispado a su vicario general, el
doctor de Villalpando
[10]. Desconocemos en qué momento deja Villalpando el obispado de Osma
y entra a servir al cardenal Cisneros pero, a juzgar por los indicios
sobre sus relaciones posteriores, parece que la vinculación fue estrecha.
Por aquellas fechas la corte había residido algunas semanas en Toledo. El
cardenal partía hacia Zaragoza con los reyes, pues ese año de 1498 se juró
heredera de la Corona a la princesa Isabel. El viaje a Zaragoza estaba
destinado al mismo fin, el juramento de la princesa heredera y de su
marido, aunque las consecuencias fueron insospechadas, pues la princesa
murió al dar a luz a su hijo Manuel. Villalpando se habría vuelto a
encontrar en Toledo con los reyes, los destinatarios de su Razonamiento.
Pero no parece que fueran los reyes los que introdujeron a Villalpando en
el círculo del cardenal. Hemos de anotar que la familia García de
Villalpando parece estar vinculada desde tiempo atrás al linaje de los
Velasco, cuya cabeza era el Condestable de Castilla, que tanto poder y
ascendencia tuvo en la corte
[11]. Por tanto, no sería coincidencia el hecho de que en el consejo
del cardenal Cisneros figurase Juan de Velasco, hermano del Condestable,
como presidente. En ese mismo consejo figura el doctor García de
Villalpando como consejero
[12].
Sin embargo, Villalpando no desaprovechó la presencia de la corte
en Toledo. El 9 de mayo de ese año de 1498, coincidiendo con la presencia
de los reyes en la sede arzobispal, solicitó una canongía en la catedral
que había quedado vacante. El cabildo, sin embargo, puso inconvenientes
para su concesión. Con alguna dificultad, por la oposición del cabildo,
Villalpando consiguió ese año la canongía y los 250.000 maravedíes que
llevaba aparejados, aunque sólo por un año, pues al año siguiente, 1499,
le fue arrebatada por Pedro de Carranza con la ayuda de Roma
[13]. ¿Qué tipo de animadversión levantaba Villalpando para que el
cabildo de Toledo –al igual que, parece, había hecho antes el cabildo de
Segovia- se opusiera a que obtuviera la dignidad de canónigo? ¿Estaban los
dos conflictos relacionados? De momento no podemos sacar ninguna
conclusión al respecto.
Mientras se desarrollaba este conflicto con el cabildo, Cisneros,
antes de abandonar la sede arzobispal, encarga a su vicario general
realizar una pesquisa en la catedral para informarse sobre las costumbres
del clero. Dicha pesquisa se desarrollará en el año 1499 y el resultado de
las indagaciones no fue muy positivo (Meseguer Fernández 1980, 66-67).
Villalpando, despojado de la dignidad de canónigo, se iría así ganando la
confianza de Cisneros y la oposición del cabildo. El doctor García de
Villalpando ejercía como visitador del arzobispado de Toledo, velando
siempre por el cumplimiento de las constituciones sinodales aprobadas en
1498, en el Sínodo de Talavera. Desde entonces no dejó de enviar a su
prelado memoriales en los que informaba detalladamente de su actividad al
Cardenal
[14].
Antes de abandonar Toledo, probablemente Cisneros debió dejar a
Villalpando otro encargo: la redacción de un pequeño tratado para emplear
en la evangelización de los moriscos convertidos en el recién conquistado
Reino de Granada, tarea en la que se implicó personalmente el propio
arzobispo. El intervalo entre 1499 y 1501 es una etapa capital para el
extinto reino granadino: supone la desaparición oficial del Islam en la
Corona de Castilla y la fundación definitiva de la Granada cristiana
[15]. En concreto, el año 1500 fue especialmente crítico. Cisneros se
hallaba en Granada persiguiendo a los helches o renegados cristianos que
habían vivido en la ciudad como musulmanes; el Albaicín se levantó en
armas y tuvo a la ciudad en guerra durante varios días. La revuelta fue
sofocada y una multitud de musulmanes fueron obligados a convertirse. No
mucho después surgió la rebelión de las Alpujarras. En este contexto,
Villalpando imprime en Toledo, el 10 de febrero de 1500, en la imprenta
del alemán Pedro Hagembach, su tratado para la conversión de los moriscos,
uno de tantos tratados evangelizadores que iban a ser necesarios para
apuntalar la política represiva contra el Islam granadino.
Es una pena que se halla perdido la pista de este post-incunable.
Pérez Pastor lo recogía en su recopilación de obras impresas en Toledo con
el siguiente título:
Instrucción de la vida cristiana, compuesta para la de los
moriscos nuevamente convertidos, de orden del Cardenal Arzobispo Ximénez,
por su visitador general y canónigo de Toledo, el doctor Antonio García
de Villalpando, impreso allí por Pedro Hagembach, alemán, a 10 de
febrero de 1500 (Pérez Pastor 1990, 17)
Por su parte, Haebler dice de esta obra: "Aunque este libro, desde
que lo indicó D. Nicolás Antonio, se menciona por todos los bibliógrafos,
ninguno de ellos lo ha visto ni ha podido ampliar las noticias muy vagas
que tenemos de él. Parece que en la actualidad no se conoce ejemplar
ninguno" (Haebler 1903-1917, 291). No obstante, Pérez Pastor citaba la
obra a partir de Francisco Méndez, que sabía que un ejemplar de dicha obra
se encontraba en la biblioteca de Rafael Floranes, quien, a su vez, le
remitió una breve reseña:
En el año 1500, a 25 de febrero, nos dio [la imprenta toledana]
la Instrucción de la vida Cristiana, compuesta para la de los moriscos
nuevamente conversos por el Dr. Antonio García de Villalpando, canónigo
de la Santa Iglesia de Toledo, visitador general de aquel arzobispado y
reformador de los monasterios y casas de religión de todo él por el
insigne cardenal Ximénez. Tomo en 4º, de 57 hojas que tengo en mi
librería y es una pieza en su género excelente y de las mejores de aquel
tiempo. (Méndez 1994, 408)
Si bien el Razonamiento de las reales armas ha pasado hasta
ahora desapercibido, no puede decirse lo mismo de este tratado de
evangelización escrito por Villalpando, a pesar de que nadie haya podido
leer su texto. Estudiosos de la teología y de la literatura religiosa como
Pedro Sainz Rodríguez, Isaías Rodríguez o Melquiades de Andrés
[16], han recogido en sus repertorios de autores y obras teológicas a
Antonio García de Villalpando. Desde Pedro Sainz Rodríguez, la
Instrucción figuraba entre las obras de carácter espiritual, más
concretamente entre las obras que van "lentamente convirtiéndose hacia una
preocupación de tipo ascético y contemplativo"
[17], equiparable a otras obras como el Exercitatorio de la vida
espiritual, escrito por García de Cisneros. Sin embargo, ya hemos
visto cómo la obra tiene, en realidad, una finalidad evangelizadora,
puesto que su objetivo era el de apoyar la cristianización de los
moriscos. Desde este punto de vista, habría que relacionarla con obras de
otro tipo, tales como catecismos y tratados para la conversión, como los
que reunió, por ejemplo, Pedro de Alcalá bajo los auspicios del arzobispo
de Granada, Hernando de Talavera, homólogo del Cardenal Cisneros y otro de
los puntales de la estrategia misionera en el Reino de Granada.
En espera de que aparezca, si fuera posible, algún ejemplar de la
Instrucción, gracias al Razonamiento de las reales armas de
Antonio García de Villalpando, y a la originalidad de su género y
concepción, los especialistas de historia de la teología podrán contar con
sobrados fragmentos de carácter religioso que les permitirá encuadrar con
más exactitud las aportaciones que este autor pudo haber realizado a las
diferentes corrientes de la literatura religiosa.
Después de haber escrito y publicado esta obra en Toledo, bajo el
patrocinio del Cardenal Cisneros, el doctor García de Villalpando, en 1501
[18], vuelve a recuperar la canongía de la catedral de Toledo que
había perdido años antes. De esta fecha poseemos un testimonio que,
creemos, aporta algo sobre la seguridad de carácter que poseía el autor
del Razonamiento de las Reales Armas. La reina ordena al visitador
y vicario general del arzobispado de Toledo que
revoque el veto que había interpuesto contra Gonzalo Fernández de San
Miguel por la donación de una heredad en Esquivas que le había hecho Juan
de Hita, fraile de San Francisco. El doctor de Villalpando se acogió
entonces a la fórmula "obedezco, pero no cumplo" para reafirmarse en su
posición: colocó solemnemente (según el conocido rito) la cédula de la
reina sobre su cabeza, y, obedeciendo -pero no cumpliendo- la orden real,
dio una respuesta negativa a la reina declarando que el fraile Juan de
Hita había llegado a Toledo sin bienes y por tanto no podía, según
derecho, donar ninguno de los bienes posteriores que adquiriera, y
revocaba, por tanto, dicha donación hecha a Gonzalo Fernández de San
Miguel (Archivo General Simancas, Cámara de Castilla, legº 10, fol.
262). Habían pasado casi veinte años desde que compuso el Razonamiento
de las reales armas y Antonio García de Villalpando se atreve a
contradecir a la reina, sintiéndose ya en una posición lo suficientemente
segura como para no acercarse ante los reyes con aquella actitud sumisa
del escritor que pone a los pies de la realeza su "humilde" obra.
Al año siguiente, en 1503, El doctor Antonio García de
Villalpando, junto con el canónigo Fernando Gómez de Fonseca, son
comisionados por el cardenal Cisneros para realizar en su nombre la visita
canónica a la diócesis que todo obispo estaba obligado a realizar tras su
elevación a la dignidad. Se trata de un asunto de la mayor importancia,
pues dicha visita obligatoriamente debía ser realizada por el arzobispo en
persona. Recordemos la posición conflictiva que mantenía Villalpando con
el sector más poderoso del cabildo. Esta comisión produce una crisis en la
catedral que trae consigo el encarcelamiento de varios canónigos, entre
ellos el del canónigo Francisco de Ortiz, quien, por su parte, se valió de
su condición de Nuncio apostólico para dictar el entredicho sobre la
ciudad. El asunto fue lo suficientemente sonado como para que lo recogiera
décadas después el cronista y biógrafo del Cardenal Cisneros, Álvar Gómez
de Castro. Se cruzaron delegaciones con la corte y, finalmente, la reina,
que se hallaba moribunda en Medina del Campo, tuvo que intervenir en las
disensiones. Se llegó a un acuerdo y Cisneros se comprometió a realizar él
mismo la visita
[19].
A la muerte de la reina el Cardenal Cisneros se convirtió en uno
de los personajes políticos más relevantes en la Corona de Castilla, por
el papel que tuvo que asumir como regente y gobernador en los años
posteriores. Nuestro autor, fiel servidor de Cisneros, llega, por tanto, a
la cima de su carrera eclesiástica. En 1509 el Cardenal se dirige a él en
su correspondencia con un tratamiento que expresa una gran familiaridad,
pues le considera "su especial amigo". Álvar Gómez de Castro vuelve a
citar al doctor de Villalpando en su biografía de Cisneros, al tratar de
la conquista de Orán
[20]. En 1509 el Cardenal se hallaba embarcado en la empresa
norteafricana que habría de promocionar su figura en el plano militar y
político. Durante esa campaña, el Cardenal no dejó de informar a su
"especial amigo", el doctor García de Villalpando, de sus progresos
militares. En efecto, se conservan dos cartas de Cisneros a Villalpando
dándole cuenta de la victoria y toma de Orán, en 1509. La primera carta
está escrita directamente por Cisneros, y la segunda fue redactada por
mediación de Juan de Cazalla, fraile franciscano que acompañaba al
cardenal. Ésta última refiere pormenorizadamente los hechos de la
conquista, por lo que ha sido estudiada dentro del género de las
Relaciones de sucesos
[21]. Villalpando propició su impresión en Toledo, inmediatamente de
ser recibida.
3. ANTONIO GARCÍA DE VILLALPANDO Y LA PROPAGANDA
POLÍTICA Y RELIGIOSA
Como hemos visto, nuestro autor había conseguido un alto grado de
confianza junto a la persona de Cisneros. Sin lugar a dudas habría seguido
ascendiendo en su carrera eclesiástica si la muerte no le hubiera
alcanzado el 10 de agosto de 1513. Teniendo en cuenta que en 1473 (fecha
de la mención más temprana que hemos encontrado), Villalpando ya debía ser
mayor de edad, podemos suponer que su nacimiento se produciría en la
década de los cincuenta del siglo XV (compartiría generación con la reina
Isabel y su marido Fernando de Aragón). El doctor García de Villalpando
podría tener al morir poco más de sesenta años. A su muerte, además de ser
miembro del consejo de Cisneros, era canónigo de la santa iglesia de
Toledo, visitador general en lo espiritual y temporal, vicario general en
todo el arzobispado de Toledo y capellán mayor del coro de la catedral (Meseguer
Fernández 1980, 104). Meseguer Fernández definió su carácter como un
"carácter combativo, pero entregado a la tarea de secundar las directrices
del cardenal en materia de reforma" (Meseguer Fernández 1980, 122).
Nosotros lo definiríamos como un hombre que se movió en sintonía con el
poder, encontrando su campo de acción en la capacidad de coerción de la
justicia (eclesiástica) y en la capacidad de influir ideológicamente.
Desde este punto de vista, por el uso que hace de la cultura, debemos
considerar a Antonio García de Villalpando, como un autor de carácter
propagandístico. Su relación con la propaganda político-religiosa puede
quedar resumida de la siguiente forma:
1. Su primera obra, el Razonamiento de las Reales Armas,
constituye un panegírico de los Reyes Católicos. Esta obra comparte
rasgos con los catecismos religiosos, de los tratados de heráldica, pues
se idea una explicación simbólica del escudo heráldico de los Reyes
Católicos, e incluso puede emparentarse con los tratados de
Regimientos de Príncipes, ya que contiene consejos e indicaciones de
gobierno para los reyes. Se pretende así proyectar una imagen
sacralizada de los reyes, al tiempo que se aporta una justificación
teológica que avale la legitimidad que Isabel y Fernando necesitaban al
término de la guerra sucesoria
[22]. Por la fecha en la que fue escrito, el Razonamiento se
sumaba además a la propaganda de la guerra contra el "infiel",
adelantando proyectos radicales como el de la expulsión de los judíos.
2. Por su actividad como provisor, visitador y vicario general,
ejerció funciones de control ideológico y de la opinión pública, tal y
como hemos visto en el caso de la censura de la predicación del dominico
Francisco de Aranda.
3. La propaganda anti-islámica quedó plasmada en la
Instrucción de la vida cristiana. Como en otras obras similares
escritas por las mismas fechas, se empleó la imprenta con objeto de
obtener una mayor e inmediata difusión.
4. Durante la campaña militar del Cardenal Mendoza en el norte
de África, Villalpando visitó las iglesias y monasterios del arzobispado
para incitar al apoyo de la empresa del Cardenal mediante la
organización de rogativas, sermones, etc
[23].
5. Contribuyó a la promoción y propaganda de la figura personal
del Cardenal propiciando la impresión de la Carta de relación de
conquista de Orán.
Quedan, pues, marcadas las líneas básicas para perfilar la vida y
comprender la obra de un autor de la época de los Reyes Católicos que,
hasta ahora, había permanecido poco menos que arrinconado entre la
multitud de figuras intelectuales que contribuyeron a conformar un período
de nuestra historia particularmente vivo.
NOTAS
[1] Biblioteca de la Fundación Lázaro Galdiano: Antonio de
Villalpando, Reales armas de los Católicos Reyes. Razonamiento, Ms.
768. Estamos preparando la edición de este manuscrito gracias a una Beca
concedida por la Fundación Caja Madrid en el marco de su proyecto de Becas
Postdoctorales (Convocatoria 2002-2003). El presente artículo se enmarca
asimismo dentro de dicha investigación. Esta aportación no es más que una
aproximación, pues la investigación está en curso.
[2] Véase BETA, manid 2246. La obra y su autor aparecen
mencionados por Nicolás Antonio, Bibliotheca Hispana Vetus,
Barcelona, 1987, II, p. 351; K. Haebler, Bibliografía ibérica del siglo
XV. Enumeración de todos los libros impresos en España y Portugal hasta el
año de 1500, La Haya-Leipzig,1903-1917, item 291; Francisco Vindel,
El arte tipográfico en España durante el siglo XV, Madrid, 1945-1954,
t. 6, p. 119, nº 33; A. Palau, Manual del librero Hispano-americano,
Madrid, 1990, t. 6, p. 121; Francisco Méndez, Tipografía española,
Madrid, 1861, p. 148 y p. 308; Cristóbal Pérez Pastor, La imprenta en
Toledo, Valencia, 1994, p. 17.
[3] Hemos realizado anteriormente la transcripción de una
selección de los textos más significativos que tratan sobre los Reyes
Católicos (véase Orígenes de la monarquía hispánica: propaganda y
legitimación (ca.1400-1520), coord. José Manuel Nieto Soria, Madrid,
Dykinson, 1999, pp. 373-410).
[4] Ya en el siglo XVIII. Estos datos sobre la historia del linaje
de los Villalpando aragoneses están recogidos en Noticias históricas y
genealógicas de los estados de Montijo y Teba, publicados por el duque
de Berwick y de Alba, Madrid, 1915, pp. 256-258.
[5] Fernando del Pulgar, Letras, ed. Michael L. Dangerfield,
Hispanic Seminary of Medieval Studies, Madison, 1992, Carta al Deán de
Toledo escrita el 16 de junio de 1479.
[6] Diego de Villalpando pudo ser el menor de los hermanos. Figura
como escribano de cámara en Archivo General Simancas, Quitaciones de
Corte, legº 1, fol. 9.
[7] Archivo General Simancas, Quitaciones de Corte, legº 3,
fols. 218-219; legº 1, fol. 261. Sobre este personaje, véase J. M. Nieto
Soria, Iglesia y génesis del Estado Moderno en Castilla (1369-1480),
Madrid, U. Complutense, 1994, p. 472.
[8] Cuentas de Gonzalo de Baeza, ed. A. de la Torre y E. A.
de la Torre, Madrid, C.S.I.C., Madrid, 1955, T. II, p. 537
[9] Gonzalo de Baeza, Cuentas, T. I. p. 97. Recordemos que
su hermano Francisco de Villalpando también era capellán. No podemos saber
con total seguridad si este Villalpando citado en las Cuentas de
Gonzalo de Baeza es Antonio o su hermano Francisco.
[10] Juan Vallejo, Memorial de la vida de Fray Francisco
Jiménez de Cisneros, ed. prólogo y notas, A. de la Torre, Madrid,
Bailly Bailliere, 1913, p. 24.
[11] Hay noticias de que la familia Villalpando desciende de la
Casa del Condestable de Castilla, origen que se materializaba en las
similares armas que llevaban (Noticias histórica y genealógicas de los
estados de Montijo y Teba, p. 256), aunque este origen resulta, en
nuestra opinión, algo sospechoso. Se conserva algún testimonio sobre
préstamos del padre de Antonio, el contador mayor Sancho García de
Villalpando, al conde de Haro, Pedro Fernández de Velasco, en 1451
(Archivo General Simancas, Mercedes y privilegios, legº 120, fol.
2).
[12] Antonio de la Torre, "Servidores de Cisneros", Hispania,
23.6 (1946), p. 182.
[13] Todas estas cuestiones relativas a la voluntad de Villalpando
de ingresar en el cabildo de la catedral de Toledo y al conflicto que
generó dicha pretensión y las visitas que tuvo que realizar por orden de
Cisneros han sido estudiadas por Juan Meseguer Fernández, "Relaciones del
Cardenal Cisneros con su cabildo catedral", V. Simposio. Toledo
Renacentista, Tomo I, primera parte, Toledo, 1980, pp. 64-144.
[14] José García Oro, El Cardenal Cisneros, Madrid, B.A.E.,
1993, T. II., pp. 45-46.
[15] M. A. Ladero Quesada, Granada, historia de un país
islámico (1232-1571), Madrid, Gredos, 1989, pp. 282-287.
[16] Isaías Rodríguez, "Autores espirituales españoles en la Edad
Media", Repertorio de Historia de las ciencias eclesiásticas en España,
1, 1967, Salamanca, p. 331, nº 236; Melquiades De Andrés, Historia de
la Teología en el siglo XVI, Madrid, B.A.C., 1977, t. I, p. 376.
[17] Pedro Sainz Rodríguez, Introducción a la historia de la
literatura mística en España, Madrid, 1927, p. 224.
[18] Desde el mes de noviembre de 1501, véase J. Meseguer
Fernández, 1980, p. 76.
[19] Analiza detalladamente este conflicto J. Meseguer Fernández,
1980, pp. 74 y ss.
[20] Véanse las menciones de Álvar Gómez de Castro, De las
hazañas de Francisco Jiménez de Cisneros, ed. trad. y notas, José Oroz
Reta, Madrid, FUE, 1984, pp. 142-145 y 288.
[21] Las dos cartas, que se conservan en un ejemplar de la
Biblioteca Nacional, han sido editadas por María Isabel Hernández
González, El taller historiográfico: Cartas de Relación de la conquista
de Orán (1509) y textos afines, Papers of the Medieval Hispanic
Research Seminar, London, 1997, pp. 47-54.
[22] Véase José Manuel Nieto Soria, "La realeza", Orígenes de
la monarquía hispánica: propaganda y legitimación (ca.1400-1520), pp.
34-35. Ana Isabel Carrasco Manchado, "La metáfora animal en la propaganda
política de los Reyes Católicos (1474-1482)", Cahiers de linguistique
et de civilisation hispaniques médiévales, 2002/25, pp. 399-419.
[23] "Carta del señor Cardenal d’España... al venerable nuestro
espeçial amigo el dotor de Villalpando", ed., M. I. Hernández González,
El taller historiográfico: Cartas de Relación de la conquista de Orán
(1509) y textos afines, p. 47.