Los Arcos de Quinto: arquitectura popular poco valorada
Textos: Miguel Caballau Albiac
Acuarelas: Teodoro Pérez Bordetas

Qunito Acuarela de Teodoro Perez Bordetas

La monumentalidad parece que va con la altura. Los pueblos del llano suelen tener menos atractivos histórico artísticos que los montañosos.

 Sus escasas elevaciones han impedido que nuestros antecesores planteasen y plantasen castillos importantes, tampoco suele haber ermitas enriscadas, e incluso a las iglesias les falta el empaque pétreo de las de arriba. Son cosas heredadas de la Reconquista religiosa y política, y justificadas por la Naturaleza que generalmente deja el llano sin piedra, a cambio de dotarles de condiciones para disfrutar de riqueza vegetal.

En el valle medio del Ebro, junto al río, entre las secas tierras monegrinas y las no menos agostadas de la estepa belchitana se acomoda la población de Quinto en un llanada de aluvión cuya contemplación desde El Piquete, es reconfortante.

Bien es verdad que rompe esta aparente monotonía la Ermita de Bonastre por un lado o la de Matamala encajada entre el Ebro, el ferrocarril y la carretera. Incluso en los montes hay tres pequeños fortines "mocateros" utilizados como torres de señales en la última guerra carlista. Pero esto son anécdotas en una tierra donde manda el sosiego del Ebro y la exuberancia del llano.

Perdón, El Piquete no es nada de anécdota. Es un monumento emblemático, castillo en origen, iglesia después, ruina hoy. Pero una ruina muy consolidada en el corazón de los quintanos, y algo menos en la realidad del otero. Se va trabajando en consolidar la torre atándola por arriba con zunchos y nervometal. Sus campanas de 1943, fabricadas en Valencia en honor de Ntra. Sra. del Pilar y "del Señor" según reza el bronce, anuncian que poco a poco se va reconstruyendo el templo, macizo de historia antigua y de historias bien recientes y lamentan el escaso impulso oficial actual. No obstante no se ha detenido la historia del Piquete, y su reloj funciona simbólica y realmente: da unas campanadas antes de las horas para advertir que van a dar. Toca también los cuartos, las medias y "los tres cuartos para las..."

Supongo que los no conocedores de Quinto habrán intuido que El Piquete es el nombre popular que dan los quintanos a un paraje elevado que limita el casco urbano por el Sur, en cuya coronación se encuentra en lamentable estado la Iglesia de Ntra. Sra. de la Asunción. Tengo para mi, que toda la zona de El Piquete será algún día parque mirando a Zaragoza, esto es para atracción de zaragozanos. El Paraje es portal de las estepas, y un enclave para gozar del contraste del agua con el secano. Un sitio que hace pensar. Y desde el muro, sobre la villa, el panorama es una lección de geografía económica. Imagino a todos los alumnos de todos los colegios de Zaragoza pasando por El Piquete. No sería mala idea.

 

LOS ARCOS

 

Lo que ahora quería poner de manifiesto es la urgente necesidad de que los quintanos amen, quieran su patrimonio público. Tiene Quinto, aparte del excepcional Piquete, un humilde y tradicional patrimonio que son sus Arcos. Me da la impresión que no se valora suficiente lo que es seña de identidad de la población. Quizá porque no se ha comprendido la grandeza de lo pequeño, la importancia de lo que permanece, o el gusto por lo antiguo, que no es lo mismo que lo viejo.

Los Arcos de Quinto son tres: San Roque, San Antón y San Miguel. Son construcciones elevadas sobre las calles, a modo de capillas. Son testimonio de devociones populares, y de construcción humilde y poco pretenciosa. Se mantienen gracias a gente buena del entorno como Juan Carlos Abenia o su madre Margarita en San Miguel. Pero peligra su futuro porque no se les quiere lo suficiente y no se valora su singularidad. Así para ensanchar el paso de la calle se van comiendo aristas y pilares por abajo, y para ganar espacio se van construyendo aleros y balcones por arriba y nadie dice nada. Los edificios colindantes se meten en los arcos y les quitan perspectiva y belleza y nadie dice nada. Las palomillas y los cables eléctricos crucifican sus muros y nadie dice nada. Es preciso querer, amar los Arcos, como garantía para defenderlos.

Los Arcos de Quinto no son como los magníficos de Calaceite, ni como el espectacular de Maluenda, ni como el tan señorial de la Virgen del Portal de Maella. Si acaso se acercan al repintadísimo de Santa Agueda de Escatrón. Pero son ejemplo de humildad y austeridad popular. Encantan por su sencillez. Bien parece que es pecado tratar así a San Roque o San Miguel, y seguro que San Antón está enfadado. Es necesario recuperarlos dignamente.

ARCO DE SAN ROQUE

Quinto, Acuarela del Arco de San Roque
 

Quinto - Arco de San Roque, Junio de 2000 - Pulsa para ampliar

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En la calle de su nombre, en la salida al Bajo Aragón.

El Arco tiene la capilla mirando a Quinto. No podía ser de otra manera. Grandes puertas chapeadas cierran un balcón bajo arco de medio punto, construido en ladrillo, un poco menor que el inferior que abraza la calle. Ladrillo encalado y linterna octogonal para cubrir la capilla. Los huecos se cierran con alabastro, material tan abundante y característico de esta tierra. Los cuatro pilares de ladrillo que constituyen sus aristas terminan en un rafe de aproximación de hiladas en el alero y continúan después del tejado en unos modestos pináculos. No se ve bien porque tanto la parte derecha como la izquierda ha sido invadida por los aleros de las casas vecinas.

La fachada posterior tiene una hornacina con San Roque colocada muy posteriormente a la construcción del Arco, seguramente a petición de los vecinos del "otro lado". Sobre la hornacina un gran reloj de sol, fechado en 1776 con la leyenda "DIES ME I SICUT UMBRA". El Arco solo está encalado hasta el primer piso lo que permite contemplar la labor de aparejo superior con rafe de ladrillos aplantillados y el capitel primoroso del pilar derecho. Lamentablemente no puede verse el del lado izquierdo ya que la casa colindante se ha edificado comiéndose al menos medio metro del Arco de San Roque.

Se rematan los despropósitos con unos "graciosos" bucles del cableado eléctrico y telefónico que se apoyan en la capilla buscando la intercesión del Santo. Esto de los cables es como una peste. Ya se sabe que San Roque nació a finales del siglo XIII en la ciudad francesa de Montpellier donde su padre era gobernador. Por ser fuerte y tener unas marcas cruzadas en el pecho se le puso el nombre Roca de la Cruz, luego ya Roque. Aceptó de joven la regla de la Venerable Orden Tercera de San Francisco y se lanzó a una lucha personal contra la peste que invadía lo que hoy llamaríamos Europa. Hizo de médico, de enfermero, de herbolario y de sepulturero hasta que en Roma resultó también apestado. Un perro le traía pan cada mañana y le lamía la llaga de la pierna. Así esta representado en Quinto.

ARCO DE SAN MIGUEL

Al final de la calle Mayor y al principio de la de Zaragoza. Tiene la capilla mirando al Piquete, o sea también hacia dentro del pueblo. El paso es de techo plano forjado con maderos tradicionales, que facilitan acceso y luces a casa adosada. En la salida hacia Zaragoza se han tenido que poner unas viguetas de hormigón reforzando el piso. La subida a la capilla la tiene por un lateral, un rincón con contenedor de basura y sencillas barandillas que contrastan con la labor de la baranda del balcón de la capilla.

La fachada principal acusa en los bajos la voracidad de la circulación. A ambos lados se han rebajado los pilares que sustentan el edificio para facilitar el paso rodado de vehículos. Esta fachada es de ladrillo, encalado, y luce alero como todo humilde pero restaurado. Se arreglo a la par que se retejaba hace unos años. En el centro sobresale la espadaña que se mantiene por milagro de San Miguel porque está sentada sobre las mismas tejas. No hay campana y la remata una crucecita. Hermosea la fachada un reloj de sol fechado en 1823 y la afea una horrorosa palomilla con cuatro cables eléctricos.

La fachada posterior, hacia Zaragoza, es de aparejo de piedra no concertado y luce en su centro una hornacina con San Miguel. Se aprecia el tejado a cuatro vertientes, los rebajes en la parte baja, y "luce" palomilla por no perder la costumbre. Por la misma razón la casa de su derecha se ha "merendado" medio metro del Arco e incrusta su alero en el muro de la capilla.

En el interior conserva dos imágenes de San Miguel, una de Santa Lucia donada por una fiel y un cuadro con la Virgen del Pilar con manto y atributos de Capitán General del Glorioso Ejercito Español. No es preciso añadir que San Miguel es como ángel creador de la nada, puro espíritu. En la clásica jerarquía de querubines, serafines, donminaciones, potestades, tronos, virtudes, arcángeles y ángeles ocupa la cúspide. Al rebelarse Lucifer, según los textos bíblicos, le combatió venciéndole como Alférez de Dios. "Mi-ka-el" quiere decir "¿quien como Dios?" y fue el grito de combate contra el diablo. Así está en Quinto en las tres imágenes: coraza, espada y diablo vencido a sus pies.

 

 Quinto, Acuarela de Teodoro Bordetasdel Arco de San Miguel

Quinto - Arco de San Miguel desde la Calle Alta, Junio de 2000 - Pulsa para ampliar

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ARCO DE SAN ANTON

Quinto, Acuarela de Teodoro Bordetas del Arco de San Anton
 

Quinto - Portal de San Antón desde la calle de San Antón , Pulsa para ampliar

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Este Arco de San Antón, situado entre los dos anteriores, en perpendicular calle de su nombre que sale a la carretera y por tanto hacia el Ebro, es el que disfruta de mayores atropellos urbanísticos. Balcones que se meten en la ermita, acondicionador de aire, cables y una casa enorme de ladrillo oscuro que empequeñece todo el tradicional paso.

Este Arco tiene tres pisos muy proporcionados. El Arco de paso es amplio y el balcón de la capilla, por comparación resulta algo canijo de altura. Para ver si crece le han puesto una bajante de desagüe en medio. En el segundo cuerpo a modo de cúpula tiene oculos cegados, y en tercero a modo de linterna ventanas verticales abiertas. El remate es un peironcillo terminado con una cruz de hierro. Los tres cuerpos disfrutan de un alero de teja árabe sobre imposta con esquinillas de ladrillo,sobrio, macizo y contundente.

La fachada posterior da a la carretera lo que era antiguamente camino de pasajeros por las afueras de la población distinguiendolo del camino real que era donde están los otros dos Arcos. San Antón tiene en la primera planta, sobre el arco, un saliente, a modo de baticambra tradicional, que sirve para pasar, en la capilla, por detrás del Santo. Todo toscamente jarreado y encalado. Una maravilla de arquitectura popular.

San Antón tiene Cofradía y todos los años, el 17 de Enero, celebra su fiesta. Sus Estatutos extraídos del Archivo Parroquial y publicados en el número 2 de esa ejemplar Revista llamada La Atalaya, fijan la "instalación" de la Hermandad de San Antonio Abad el 5 de Enero de 1826 con cuarenta cofrades justos. "No se admitirá uno que no muera otro". Cada nuevo Hermano "el día de San Miguel siguiente al de la entrada ha de dar un duro....y todos los años a los Mayordomos que por tiempo fueren dos pesetas para ayuda a la fiesta...." "Con esta limosna de dieciséis duros será cargo de los Mayordomos dar un refresco la vispera del Santo por la tarde con chocolate y bizcochos y el día del Santo, después de la Fiesta, otro refresco con vino blanco y bizcochos". La delicia de estos textos advierte "cuando presentaren cuentas no se les abonará para todo el gasto otra cantidad que los dieciséis duros y si quisieren gastar más lo pondrán de sus casas".

Hoy la Cofradía de San Antón no tiene limite de número de cofrades, aunque no pasan de setenta entre hombres, mujeres y niños. Los Mayordomos limitan su función al reparto de números para el sorteo de un cerdo como primer premio y de tres lechones como segundo premio. El dinero que se obtiene es para pagar los cerdos y la merienda popular que los cofrades ofrecen a todo el pueblo el día 16 por la tarde. Se pueden degustar patatas asadas y productos locales. La comida de la Festividad se la pagan los cofrades "a escote".

Quizá no sea mala idea acercarse a la Hoguera de San Antón el próximo 16 de Enero, y disfrutar de buena cena y buenas compañías con quienes lamentar lo poco que quieren a sus Arcos. Si los quisieran y valoraran más estarían mejor. Y de paso, hablando de estos Pasos, evitamos que pueda pasar como el Arco del Marques de Montemuzo en Alagón o el de las Monjas, que hoy son hermosos pisos. Igual que los que hay en toda España. En cambio, los Arcos de Quinto, sólo están en Quinto. Mire Vd. que bien.